En medio de la campaña de promoción de su libro Isabel Preysler: mi verdadera historia, la protagonista, está dando muchísimas entrevistas en España, convirtiéndose en uno de los temas más comentados de los programas de televisión. Por supuesto el capítulo que despierta mayor curiosidad es su relación con nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa, porque, probablemente, es la única parte de su vida que no se conoce con lujo de detalles, ya que todo lo demás lo fue vendiendo de a pocos a la revista Hola y similares.
La promoción, por tanto, parte de todo lo que tiene que ver con su versión de lo que pasó con Vargas Llosa, pues según sus propias palabras quería “demostrar a su entorno (léase familia) que él fue feliz con ella”. Y es que a diferencia de Lo que Varguitas no dijo, el libro que escribió Julia Urquidi (la primera esposa de MVLL), en el que intentó aclarar varias inexactitudes de algunas licencias literarias que el autor se había tomado en La tía Julia y el escribidor, es evidente que la intención de la Preysler es sacarse el clavo de no haber podido convencer a don Mario de casarse con ella o peor aún, que la haya dejado para regresar al Perú a vivir con su exesposa (Patricia Llosa) y el resto de su familia, recurriendo incluso a publicar ocho cartas íntimas que él le escribió.
Pero, no todo le está saliendo bien. En la entrevista que dio al famoso programa El hormiguero, conducido por Pablo Motos, su hija Tamara Falcó (que además es panelista allí), la dejó como mentirosa, cuando ella contó que el inicio de su relación con Vargas Llosa se dio en medio de varios almuerzos en su casa “Yo ya estaba viuda…Era la primera vez que los dos estabamos solos en los 30 años que nos conocíamos”. Resulta que Tamara se atrevió a recordarle que sabían perfectamente que él estaba casado, al extremo que un día ella le dijo: “Qué bueno verte tan seguido por aquí, ¿y tu mujer?”, con lo que le hizo pasar un mal rato a él y desató la furia de su madre, quien luego le habría increpado: “¿Cómo se te ocurre decir eso?”. Ante la narración de su hija, Isabel se quedó con la sonrisa congelada.
Pero bueno, para entender un poco esta historia, hay que conocer un poco de la ‘trayectoria’de la señora. Filipina de nacimiento, su familia se mudó a España cuando ella apenas salía de la adolescencia. Su principal ocupación, mientras estudiaba secretariado, era asistir a fiestas de la alta sociedad madrileña, en una de las cuales, conoció a Julio Iglesias, por quien dejó todo de lado y rápidamente se casó con él, consiguiendo lo que buscaba: notoriedad y fama.
Después de siete años de matrimonio y tres hijos, ya era una ‘socialité’ (su único oficio conocido), por lo que luego del divorcio, siguió asistiendo a eventos, siendo algo así como una precursora de los influencers, convirtiéndose en imagen de marcas como Porcelanosa, Suárez y Ferrero Rocher, entre otras. En menos de dos años se casó con Carlos Falcó, Marqués de Griñón, nada menos, con quien tuvo a la ahora también famosa Tamara. El matrimonio duró cinco años y se divorciaron en medio de rumores que aseguraban que ella tenía un romance con Miguel Boyer, entonces Ministro de Economía de España, algo que ambos siempre negaron porque estaban casados (pero que en su libro acepta). Se casaron tres años después.
Es más que seguro que pensó que pasaría lo mismo con Vargas Llosa, ya que después de irse a vivir con ella, se divorció de su esposa Patricia, pero nunca logró convencerlo de casarse, así que no consiguió sumar un Premio Nobel a su colección de esposos, como tampoco que este, le dedicara su última novela (la cual terminó dedicando a su exesposa), como le habría prometido en una de las cartas publicadas. Me imagino que Patricia Llosa podría hacer un libro entero con todas las cartas que el romántico y apasionado don Mario le escribió a lo largo de su vida, pero la dedicatoria de Te dedico mi silencio es simple y directa “A Patricia”. Suficiente con eso.