En política, la moda nunca es solo moda. Michelle Obama convirtió sus elecciones de vestuario en una herramienta para conectar con la ciudadanía, mientras que Margaret Thatcher transformó sus bolsos en un símbolo distintivo de autoridad. En el escenario político nacional, se recuerda a la exprimera dama Nadine Heredia, quien generó opiniones divididas por los extravagantes outfits que lució en distintas apariciones. Pero en esta ocasión, toca hablar sobre uno de los tópicos de ocio político más comentados del año: los vestidos de Dina Boluarte, que apuntan a ser su distintivo. Cada elección estilística –desde los colores hasta los detalles de confección– se presta a interpretaciones que trascienden lo meramente estético y de pasada dañan lo que entendemos como buen gusto.
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