Ahora o Nunca

Fernando Barrios, presidente de CADE 2024, opone el momento de degradación institucional del país a las oportunidades concurrentes nunca antes vistas.

por asistentemk

Fernando Barrios (65) comanda la Universidad Continental desde hace 36 años y su caso de éxito se termina de validar con la presidencia de la CADE edición 2024. Ministro del Interior en el segundo gobierno de Alan García y exalcalde de Huancayo, sede nuclear de un centro de estudios que hoy tiene filiales en Lima, Arequipa, Cusco y Florida, Barrios es un empresario que no le hace el quite a la política. “He sido siempre un multitasking”, dice a vísperas del evento. “No hay ansiedad ni nada, solo que el tiempo es corto”.

–¿Qué se quiere transmitir con la elección de Arequipa como sede?

Es una región muy representativa en la que queremos mostrar un caso de alianza público privada para una visión compartida. Por eso se ha hecho en Arequipa, porque hoy en día la CADE se licita. Se presentaron varias regiones y la idea es procurar que efectivamente la sede recoja ese espíritu y mostrar cómo se ponen de acuerdo Gobierno regional, empresarios y sociedad civil para ponerlo en práctica.

–Si no convergen, no la hacen.

Claro, y se les acompaña en una dinámica. Piura también se presentó y es probable que allí sea el próximo año. Tuvimos cuatro pre Cades en cuatro macrorregiones, algo que nunca se ha hecho antes. Estuvimos en Loreto, Piura, Cusco y Huancayo. La dinámica fueron reuniones en las Cámaras de Comercio a las cuales asistían empresarios, académicos, decanos de economía, de universidades, jóvenes emprendedores, autoridades regionales y, en algunos casos, sindicatos. La idea es entregar al país una visión compartida y accionable.

–Es un momento de crisis profunda y al mismo tiempo de gran potencial. ¿Cómo resolverlo?

Es la dicotomía de Basadre del Perú como posibilidad. Todos los días vemos asesinatos, extorsión, crisis política, corrupción y conflictividad. Pero, a la vez, APEC nos dio una pausa y evidencia lo que tenemos como potencial. La cotidianeidad nos muestra efectivamente una situación estática de degradación. Pero el potencial es brutal. ¿Cuándo hemos tenido oportunidades concurrentes como Chancay, la ampliación del Puerto Bicentenario, el nuevo aeropuerto, el anillo perimetral de Lima, una alianza de Hyundai con el Sima para construir un astillero de clase mundial y que la NASA elija Talara como base espacial? Pero en provincias convives con la escasez de agua en Piura y el desastre en la zona central por el abandono de las carreteras.

–Esta paradoja tiene mucho que ver con el colapso del Estado. El nuevo ranking Business Ready del Banco Mundial lo demuestra. ¿Cómo lo abordarán?

Tendremos a Norman Loayza, que es el peruano que dirige esos nuevos indicadores del Banco Mundial. Hemos perdido por las narrativas de un lado y de otro, por el grado de politización y segmentación. Ahora, concertación y planificación son malas palabras. Nos fuimos al otro extremo, y es absolutamente importante tratar de dialogar, concertar y planificar. No planificación centralista, pero sí una orientación de hacia dónde queremos ir. Admiramos a China, Corea, países con un sentido de visión completamente claro, pero hemos perdido ese valor de concertar cosas elementales.

–Trabajan sobre la base de tres preguntas: ¿Qué hemos hecho bien?, ¿qué hemos hecho mal? y ¿qué debemos hacer? Responda la primera. 

Somos el país que más ha crecido en América Latina, que tiene más reservas y menor inflación. Hemos multiplicado por 50 veces las agroexportaciones en 30 años.

–Con el 10 % del potencial de tierras cultivables…

Exactamente. Y ahora hay proyectos concretos a punto de madurar para llevarnos a 750 000 hectáreas. Son millones de empleos. Se redujo la pobreza, lo que se relativiza porque hubo un rebote. Hemos incrementado el acceso de gente a vivienda. Se ha cuadriplicado el crédito hipotecario en 20 años. Se ha quintuplicado el crédito a las empresas. El consumo de pollo subió por cinco y el consumo de cemento en cinco o seis veces. Algo se ha movido en el Perú. Pero es insuficiente porque los desarrollos de los países se hacen en ciclos largos. El crecimiento económico tiene mecha corta si no está acompañado de reformas institucionales. Hace pocas semanas fueron reconocidos los nuevos Nobel de Economía por su aporte sobre instituciones inclusivas. Clarísimo.

–¿Qué cosas no hemos hecho bien?

La reforma institucional. Ministerio de Justicia, El Poder Judicial y la reforma del Estado. En los últimos 15 años el Estado se ha convertido en un muro para las iniciativas individuales y las necesidades de los ciudadanos. Sacar un pasaporte, pedir una licencia municipal, son partos. Pedir una licencia de construcción, ya peor. Imagínate en proyectos medianos y pequeños. En proyectos mineros se ha pasado de 24 pasos a 240. En Cusco nos pedían revisar la descentralización porque hace tres gobiernos que el Hospital Lorena está paralizado y hay cuatro gobernadores presos que se tiraron la plata. Parece una locura. Son manifestaciones que hacen que la ciudadanía pierda un sentido de valoración al modelo y a la democracia. Según el Barómetro de las Américas, 45 % de la gente en Perú estaría dispuesta a apoyar un gobierno no democrático con tal que le arregle problemas. La solución autoritaria probablemente al lado más indeseado, porque es más populista. De otro lado, haré una referencia, porque conozco el caso, a lo que pasó con Bravo y Pascó-Font. ¿Tú crees que alguien en ProInversión va a firmar otra vez otro proyecto grande? Es crítico, tenemos que arreglarlo.

–Vimos una lectura de tres días de la resolución de prisión preventiva contra Nicanor Boluarte. ¿Cómo evaluar el papel del Poder Judicial?

Es absolutamente irresponsable. Hay un conjunto de incentivos que han cambiado el valor de las instituciones públicas. El espectáculo, la judicialización de la política, la politización de la justicia. El juego del gran bonetón entre la policía y el Ministerio Público.

–En su momento el Acuerdo Nacional sirvió para establecer compromisos. Estamos en un momento preelectoral. ¿Los acuerdos de la CADE pueden plantearse como temas de campaña?

Es nuestra más grande aspiración. El empresario hace política porque donde hay poder y capacidad de incidencia se hace política. Y tenemos que reconocer que somos privilegiados. Tenemos un documento de 30 páginas construido con Lucho Carranza. Tuvimos insumos de conversaciones con jóvenes, regiones. Se le ha pedido a cada expositor que escriba entre 100 y 300 palabras de su aporte. Tenemos que hacer que los temas se pongan en agenda y eso depende de la fuerza y el compromiso que asuma la sociedad civil de repetir por insistencia, plantear, proponer, exigir, machacar. En política nadie habla de los temas que corresponde.

–Hemos perdido la capacidad de debatir políticas públicas en el Perú.

Es impresionante. Y tenemos que hacerle un pare a la polarización. De verdad que no nos deja hablar. Nadie apoya en lo que no participa mínimamente. Esta vaina de descalificar a la gente por su ideología. Los antis se han atizado tremendamente. Hay un “anticaviarismo” brutal, así como antes había el antiaprismo o el antifujimorismo. Todos somos anti de una u otra manera y eso es pésimo.

–¿Cómo se reconstruye la confianza?

Debemos acostumbrarnos a hablar con el divergente. Tiene que ser así y es una buena costumbre. Las malas políticas sobreviven porque los malos políticos atizan las divergencias y las divisiones. Es históricamente así. Antes era la lucha de clases, los ricos y pobres. O como cuando Humala asumió el Gobierno dijo ahora sí, “ahora sí, los empresarios tuvieron su oportunidad y llegó la hora del pueblo”. El político no se puede ir contra todos. Frena cuando hay un nivel mínimo de articulación. La tarea es construir confianza con acciones concretas y desprendimiento. Alguien me dijo: “Los empresarios estiran la mano para pedir o golpear”. No necesariamente para dar y concertar. Impresionante, ¿no?

–Por otro lado, los buenos empresarios están interesados en mejorar la estantería sin traérsela abajo. Pero tienes casos como el del juicio a Ricardo Briceño, precisamente por una campaña en ese sentido. ¿Qué más pueden hacer?

Primero reconocer que efectivamente la gente también desconfía de nosotros. No tanto como con otras instituciones, pero asumen que cuando decimos “conversemos”, estamos pidiendo algo a favor y no nos interesa a los demás. Creo que hay un grado de avance y madurez. Hoy los empresarios cambian de matriz y se comprometen con causas porque entienden que nuestras empresas no son sostenibles a futuro si no tienen responsabilidad social e impacto y vinculación con la comunidad. La visión sectorial o técnica también nos ha fraccionado a veces. Ahora que se está discutiendo la zona franca en Chancay con incentivos tributarios, unos dicen “no al mercantilismo”. Otros argumentan que sí es posible y otros proponen que sea selectivo: “Si vamos a hacer autos eléctricos, correcto. Pero no vas a poner una fábrica textil en Chancay porque afectas a Gamarra”. Si dejamos la visión sectorial vemos el conjunto en una relación win win, creo que vamos a ganar un poco más de legitimidad.

–Hay algo de gerontocracia en el Perú, ¿no?

La edad promedio de los ejecutivos de Chancay es de 34 años. Una me dijo que es absolutamente necesario que se les dé reconocimiento, valoración y empoderamiento a los jóvenes. Las empresas decimos que la innovación es producto de escuchar al que piensa diferente, de la multidisciplinariedad, de lo intergeneracional. ¿Sino cómo remueves el statu quo? Eso se tiene que hacer en el Perú.

–Tienes un gobierno rechazado y de extrema debilidad. ¿Cómo tener un proceso ordenado?

Estás asumiendo que efectivamente, cuando ya no lo necesiten y no sea funcional, saldrán de él. Mira, tienen que usarse canales democráticos. Una cosa que parece inentendible para la gente de fuera es que, en dos horas, las instituciones funcionaron, no sé si intencionalmente o por la debilidad del otro, el 7 de diciembre de 2022. A veces creemos que un gobierno fuerte va a poner orden. Subyace la necesidad del que no se siente visto, no se siente escuchado, no se siente atendido. Eso no va a cambiar, se reencarna. Ahora hay gente contenta porque no va Antauro. Pero esa vaina se va a reencarnar en otro.

–Un sector reclama que se debió convocar a elecciones. La inercia nos llevará a situaciones siempre complicadas. Siempre debemos tener la capacidad de un mínimo grado de unión y consensos. Hay variables que no manejamos, pero sí podemos contener. El riesgo no se elimina, pero se mitiga si se gestiona. Es lo que nos corresponde hacer. Creo firmemente que, de cara a las nuevas elecciones, hay oportunidad de recuperar espacios de confianza, de concertación y planificación. Tiene que pasar por bajar humos y tratar de valorar lo que dice el otro. Hay que ceder y conceder también.

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