Desde los acordes que rasgó en una guitarra acústica de segunda mano en sus días de infancia en Moyobamba, hasta la precisión melódica que hoy lo sitúa entre los más destacados en su especie, Ciro Hurtado no para y no tiene intención de hacerlo. Con 70 años recién cumplidos, obtuvo una nominación al Latin Grammy 2024 por su álbum Paisajes, un homenaje a la vasta geografía de nuestra patria. Aunque el galardón se le escapó, su travesía sigue viva rumbo a los Grammy 2025 en la categoría de Mejor Álbum de Música Global.
Hurtado se define como un músico nómada, un compositor que encuentra en los paisajes de su tierra natal, y en los recuerdos que carga consigo, la inspiración para su obra.
“Mi música encaja perfectamente como fondo para un viaje, ya sea en auto, en burro o simplemente contemplando el panorama. He recorrido tantas regiones del Perú y me he inspirado en sus paisajes”, comenta sobre su álbum. Su vida musical, sin embargo, no siempre fue tan prolífica. En 1975, emigró a Estados Unidos con el sueño de convertirse en una estrella de rock. La realidad, marcada por la competitividad y los rígidos estándares estéticos del glam rock setentero, lo obligó a reconfigurar su camino.
Fue en Los Ángeles donde encontró su verdadero lenguaje musical, estudiando en el prestigioso Guitar Institute of Technology. Rodeado de talentos que pulían sus habilidades y maratónicas jornadas de 12 horas, Hurtado absorbió las raíces del jazz y la riqueza técnica que luego combinaría con otros géneros. “No resultó. Había muchos grupos de rock y no encajaba. En ese entonces tenías que tener un look de maquillaje, pelo largo y alborotado. Entonces reformulé mi estrategia y decidí estudiar el instrumento más a fondo”, recuerda.
El proyecto colectivo Huayucaltia marcó su primer gran éxito. La agrupación, formada por artistas de varios lugares de América Latina, se convirtió en un puente cultural entre las sonoridades andinas, mexicanas y colombianas. Pero fue como solista donde Hurtado consolidó su identidad, explorando la guitarra acústica como vehículo para historias universales. Su música ha sido descrita como cinematográfica, y no es casualidad: algunas de sus composiciones adornan producciones emblemáticas como Baraka, un clásico del cine experimental.
Y a propósito de lo experimental, no podía faltar la ayahuasca, la cual fue para él un rito de autodescubrimiento y una fuente creativa: “Muchas estrellas de la música han tenido sus viajes de ayahuasca, uno de ellos es Sting. Te da mucha creatividad. A mí me gusta crear y eso también me ayudó bastante. Yo estaba en una encrucijada en mi carrera en donde no sabía qué debía hacer. Y eso me ayudó bastante. Sentía un vacío en ese entonces. Fue casi como reinventarse”, comenta. A pesar de su prestigio en el extranjero, Hurtado aún enfrenta un desafío pendiente: presentarse en Lima como solista. Aunque ha tocado en otras ciudades peruanas, la capital sigue siendo un territorio inexplorado. “Me encantaría tocar en el Gran Teatro Nacional y compartir mi música con mis paisanos. No toco en Lima hace treinta años”, concluye. Es cuestión de tiempo para que las cuerdas de Ciro Hurtado pinten sus paisajes en los escenarios capitalinos.
