Cambio de Rumbo

La feria limeña recuperó parte de lo perdido en varios años. Carteles relevantes, ganado español, reducción de precios, aumento de abonados y tardes para la historia. Aquí el balance del ciclo.

por asistentemk

Escribe: Jaime de Rivero

El público regresó, llenó Acho como en los 70 y salió contento de la plaza. Lo que no logró Roca Rey en dos tardes del año pasado. Pareciera un milagro, pero no lo fue. La razón es simple y esencial: confianza.  Un valor que se gana, pero cuando se pierde nunca se recupera. Y ese es el grave problema de las empresas de Acho de los últimos 20 años, han perdido toda la confianza de los aficionados, cansados del timo y el atraco.

El público confía en La Esperanza, porque detrás hay un trabajo de seriedad y afición de varios años, iniciado por Tito Fernández en la bien cuidada plaza de Lurín y luego en provincias. Es una marca construida que da confianza. Y el saldo positivo de la feria, es el resultado de ella.

Los cambios se percibieron antes de sonar el clarín. Los abonados se elevaron de 3200 a 4450, de los cuales 2000 fueron nuevos. La diferencia, más de 1000 abonados antiguos que este año no renovaron, indica la desconfianza enquistada en muchos, hartos de los fraudes y vivezas de años anteriores. La Beneficencia debe entender que el principal activo a cuidar es el abono, porque le garantiza el flujo para los años siguientes, al margen de las empresas. Cuántos abonos recibe y cuantos deja, refleja la calidad de lo que ofrece y la satisfacción real de aficionado. Por ello, el abono es el mejor indicador de gestión de una empresa taurina.

La empresa armó una feria relevante en tres meses. Arriesgó fuerte al reducir el precio de abonos en 40 %, retornando a la escala que se tenía hasta hace unos 12 años, cuando los precios se dispararon junto con un alquiler demencial, provocando la ruina de Acho de la última década. Fueron cuatro corridas y una novillada con carteles importantes. Un acierto incluir la despedida del Torero de Lima Enrique Ponce y la última tarde con una terna de Madrid, Sevilla o Bilbao, con toros de la afamada Núñez del Cuvillo.

La plaza estuvo hermosa como hacía muchos años no lucía. Sin embargo, los pintorescos patios de sol y de sombra no estuvieron a la altura, faltó criterio y buen gusto como los que Josefina Barrón imprimió en los años de Citotusa. Igual en los exteriores de Hualgayoc, se podrían estandarizar los toldos para levantar el aspecto del recinto.

La Beneficencia tuvo la mejor actuación en años. Acertó al reducir las pretensiones económicas absurdas que casi destruyen Acho en la última década. A partir de ello, la empresa pudo reducir precios y lograr un saldo positivo. Debe analizar estos resultados y convencerse que exigir más alquiler solo conduce al desastre y la desgracia. Ceder en esto sería retroceder en lo ya recuperado. A mayor alquiler, más necesidad tendrá el empresario de recurrir a las malas artes o a desviarse de la legalidad para evitar la pérdida.  Esto ya lo vivimos.

Urge que designe a la empresa para los próximos cinco años, para que trabaje desde ahora en adquirir los encierros que garanticen el trapío que Acho exige. 

La autoridad fue un desastre. Sin criterio ni pantalones, regaló orejas y no supo mantener sus decisiones. No tiene autoridad ni con los que están bajo su mando, como el jefe de callejón y los peones, quienes no le hicieron caso y se coludieron en las presiones para el regalo de orejas, en dos ocasiones cuando la res ya estaba siendo arrastrada.

La Municipalidad del Rímac, reitero, es el principal enemigo de Acho y el que más daño le hace. Un lastre que solo busca arrebatarle dinero. Aplicando la Constitución de 1993, Acho debe emanciparse; la Beneficencia debe dictar su propio reglamento y nombrar autoridades como cualquier actividad privada y así librarse de esa gavilla rastrera que opera en esa alcaldía.  Los toros cumplieron en presentación dentro de lo que siempre se ha lidiado en Acho, muy pocos fueron protestados. Algunos jóvenes; el trapío es un punto pendiente que no debe descuidarse, no pretendemos el de Madrid, Pamplona ni Bilbao, porque cada plaza tiene su identidad. Acho valora el toro armónico, con edad y pitones, pero sin excesos.

De 24 toros, embistieron 20, número elevado. Se lidiaron 18 toros españoles de los cuales embistieron 16. Núñez del Cuvillo demostró que es una ganadería encastada, que da juego con bravura, 7 de 11 fueron de orejas. La corrida de El Pilar fue sosa y descafeinada, con tres de oreja. Lo de San Pedro y Salamanca complicados, peligrosos y sin clase; se puede importar la mejor sangre española, pero si no hay ganaderos no hay resultados, mucho menos regularidad.

Enrique Ponce se despidió entre ovaciones, tras 33 años de toreo en Lima. Dejó una última lección de lidia total al desorejar a uno de El Pilar, imponiendo el récord de puertas grandes en la feria, 12. Final cumbre para uno de los toreros más importantes de la historia, en cuya tauromaquia confluye lo mejor del toreo llamado “neoclásico” que se nutre de la línea de Joselito, Manolete, Ordoñez, Camino y Manzanares. Su influencia ha sido notable en los últimos 35 años; torero de época, sin duda, y algunos ni se enteran.

Sebastián Castella se encontró con Novelero de Núñez del Cuvillo, con el que construyó una faena sólida y contundente por ambos pitones, de claro dominio sobre el toro. Que si Novelero pudo dar más es una mera especulación que por la magnitud de la obra, no la desmerece. Dos orejas, puerta grande y escapularios.

A Roca Rey solo le sirvió un Cuvillo, con el que dio una faena de las suyas, llenas de mando y emoción, pero mató mal y solo le correspondía un apéndice. José María Manzanares destacó en una faena llena de arte, hondura y gusto. Dio los mejores muletazos a un buen toro, pero que fue apagándose y al que no quiso exigir más. Si tuviese más ambición, sería una figura inmensa.

Borja Jiménez mostró que es muy poderoso con la muleta y que conecta con el público. Su toreo es basto y tosco; tuvo una gran labor, pero por debajo de otras de la feria. La misma tarde, pero en las antípodas, Miguel Ángel Perera también plasmó una faena poderosa, llena de seguridad, clase y elegancia. La diferencia fue notable.

David Galván gustó por su toreo de sentimiento y entrega a la faena, me hubiese gustado verlo con un animal más exigente. En la vereda de enfrente, Jesús Enrique Colombo estuvo solvente y pinturero, con su toreo alegre que conecta rápido con la masa.

Joaquín Galdós estuvo a la altura, pero falló con la espada. Por momentos utilizó los recursos efectistas que reditúan en provincias, pero que no gustan en Acho. Su calidad es enorme cuando torea con la autenticidad de sus primeros años. Alfonso de Lima no cubrió las expectativas ante un lote encastado. Juan Carlos Cubas estuvo digno y valiente, supo superar la dificultad de uno de sus toros.

De los novilleros, Pedro Luis se impuso con claridad. Es valiente y, lo más importante, resuelve en la cara del toro.

Castella fue el justo triunfador de la feria, por una faena completa a Novelero de Núñez del Cuvillo, con el que logró su cuarto Escapulario de Oro. El Escapulario de Plata fue para dicho animal que, sin ser de bandera, fue superior a todos los lidiados durante la feria.

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