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La historia de Samanta Rojas es una sucesión de pasos firmes. Literalmente. A los 20 años, mientras estudiaba arquitectura, fundó SMT, una marca que se dedica a la venta de artículos hechos a base de cuero, principalmente zapatos. En su imaginario está el rechazar el fast fashion con la misma contundencia con la que desafía los límites del diseño con cierta extravagancia.
La primera conexión de SMT con la moda de alto nivel llegó cuando Genaro Rivas, diseñador peruano de renombre, irrumpió en su tienda de Miraflores y, sin rodeos, le dijo: “Quiero estos zapatos para mi runway”. Así, sus creaciones pisaron fuerte en el Hotel B, iniciando un idilio con la pasarela que aún persiste. Desde entonces, ha llevado su concepto más allá de lo comercial, apostando por materiales locales y procesos artesanales que desairan la producción en serie. “Nada es de plástico, nada es comprado al por mayor”, subraya.

y diseño para crear calzado con identidad propia.
Cada par de zapatos está construido con lógica arquitectónica. “El quiebre perfecto es de tres centímetros para mantener la columna en equilibrio”, explica, mientras exhibe plataformas que estilizan sin torturar. Los diseños destacan por su elevación y su forma, así como por su acabado minuciosamente cuidado.
La experimentación con materiales va desde pieles matizadas a pedido, hasta piezas de madera talladas artesanalmente. “El lujo es el tiempo invertido en cada pieza, la elección de materiales y la dedicación al detalle”, explica.
Con boutiques en San Isidro y Miraflores, y una clientela que busca lo singular, Rojas sigue subiendo el listón. Sus colecciones incluyen cueros con matices personalizados y materiales inesperados, como la cáscara de piña, convertida en plataformas sostenibles. “Los europeos buscan lo sustentable, y Perú tiene infinitos recursos para ofrecer”, afirma, a la par que destaca el potencial de nuestras materias primas.


Para Rojas, el diseño también trata de abrir caminos para quienes, como ella, tuvieron que demostrar su valía en un mercado cerrado. Recuerda cómo al inicio su edad fue un obstáculo. “Las marcas grandes no me tomaban en serio, pensaban que detrás del diseño había una señora mayor”, confiesa. Ahora, con el peso de una firma cada vez más consolidada, da espacio a diseñadores emergentes: “Si el talento está, merece ser visto”.
Este 2025 marca un nuevo desafío: la internacionalización. “Quiero que el mundo sepa que el calzado peruano tiene un alto valor, que puede representar el lujo desde su raíz”, dice. Las invitaciones para exhibir en París son el resultado de años de consistencia y una visión que se sostiene sin necesidad de artificios.
Además, SMT es el reflejo de una manera de hacer las cosas: con paciencia, con intención y con el deseo de trascender la moda pasajera. Una clara demostración de que la moda, cuando se hace bien, no se pisa, camina con elegancia y orgullo.