El debate en torno al predictamen de la Ley MAPE (Minería Artesanal y de Pequeña Escala) ha generado una fuerte oposición por parte de gremios empresariales, organizaciones ambientales y congresistas de diversas bancadas, quienes han expresado su preocupación por los posibles impactos de esta normativa. Estas inquietudes fueron abordadas durante el evento “Implicancias, limitaciones y alternativas para la formalización minera en el Perú”, realizado en vísperas del debate en la Comisión de Energía y Minas del Congreso, programado para el martes 3 de junio.
Uno de los puntos más controvertidos es la ausencia de medidas concretas para eliminar el uso de mercurio, a pesar del compromiso asumido por el Estado peruano en el Convenio de Minamata. En este sentido, la congresista Ruth Luque señaló que el predictamen no contempla disposiciones claras para su eliminación progresiva, lo cual representa un retroceso en materia de protección ambiental. Además, manifestó su preocupación por la figura denominada “servidumbre”, que podría derivar en despojos territoriales.
Por su parte, la congresista Silvana Robles, de la Bancada Socialista, sostuvo que la falta de políticas públicas multisectoriales para abordar la minería ilegal convierte al Estado peruano en “cómplice”. A su vez, Karol Paredes, congresista de Avanza País, señaló que la minería ilegal debería tener un tratamiento equivalente al de la inseguridad ciudadana en la agenda parlamentaria, y criticó la persistencia en fórmulas fracasadas como el REINFO.

Preocupaciones por retrocesos ambientales
Hugo Che Piu, director ejecutivo de DAR, calificó el predictamen como contradictorio con sus propios objetivos de protección ambiental y respeto a los derechos de los pueblos indígenas. Según Che Piu, el texto permite actividades mineras en zonas de amortiguamiento y cuerpos de agua, poniendo en riesgo ecosistemas frágiles y áreas naturales protegidas. Asimismo, criticó el artículo que establece un plazo de un año para que los pueblos indígenas presenten petitorios mineros en sus territorios; vencido ese plazo, los pequeños mineros tendrían prioridad para hacer solicitudes, lo que podría incentivar la expansión minera en territorios indígenas.
Esta preocupación fue compartida por Ángela Grossheim, directora ejecutiva de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), quien advirtió sobre los efectos negativos de la minería ilegal. Grossheim afirmó que el proceso de formalización ha fracasado en las últimas dos décadas, y que un alto porcentaje de mineros no ha cumplido con requisitos básicos como la presentación de los instrumentos de gestión ambiental (IGAFOM). Criticó además que el Congreso no haya abordado estas deficiencias y, en su lugar, proponga la creación de un nuevo Régimen Especial Tributario de la Minería de Pequeña Escala y Tradicional (RETMAPE). También destacó que solo el 14,5 % del territorio nacional está concesionado, mientras que más del 59 % no puede serlo por estar ubicado en áreas naturales protegidas, comunidades indígenas y reservas.
En el ámbito científico, Luis Fernández, director ejecutivo del Centro de Innovación Científica Amazónica (CINCIA), subrayó que la minería artesanal es la principal fuente de emisiones de mercurio en el Perú, lo que posiciona al país entre los mayores emisores de este contaminante en el hemisferio.

Vulneración de derechos indígenas
Rocío Trujillo Solís, asesora legal de AIDESEP, denunció que el predictamen vulnera el derecho de los pueblos indígenas a la consulta previa, libre e informada, tal como lo establece el Convenio 169 de la OIT. Trujillo afirmó que la normativa afecta directamente los derechos territoriales de las comunidades y fomenta conflictos sociales al permitir que mineros con concesiones invadan territorios indígenas. Además, advirtió que la minería ilegal ha generado graves impactos sociales, como la explotación sexual y la trata de personas, especialmente en regiones como Madre de Dios.
¿Minería “tradicional” y beneficios tributarios para los ilegales?
César Ipenza, abogado especializado en derecho ambiental, criticó duramente el contenido del predictamen y cuestionó la introducción del concepto de “minería tradicional”, definida como una actividad empírica y heredada, lo cual —según indicó— podría facilitar la evasión de controles legales. También cuestionó el artículo 13, que otorga el uso gratuito de tierras públicas a los mineros, generando posibles conflictos sobre la responsabilidad en la gestión de estos bienes.
El abogado alertó sobre la creación de un régimen de incentivos fiscales para mineros que no superen las 250 UIT (aproximadamente un millón de soles), medida que, al carecer de criterios claros, podría derivar en un uso discrecional de los recursos públicos.
Además, señaló que actualmente basta con presentar una declaración jurada que afirme la inexistencia de restos arqueológicos (CIRA), lo que elimina controles rigurosos. También advirtió que el artículo 42 plantea someter las concesiones forestales a la opinión del Ingemmet, lo que, en su opinión, contraviene la Constitución al subordinar la protección del patrimonio forestal a intereses mineros.
Finalmente, Ipenza resaltó como el punto más preocupante la inclusión de un régimen especial para la minería aluvial, una actividad expresamente prohibida en cuerpos de agua por una sentencia del Tribunal Constitucional de 2012, debido a su impacto ambiental irreversible.