Callao amaneció en medio de la violencia
El primer día del estado de emergencia en el Callao comenzó con sangre y pánico. A pocas horas de iniciado el despliegue policial ordenado por el Gobierno de José Jerí, dos balaceras consecutivas sacudieron el primer puerto, dejando siete personas heridas en distintos puntos de la provincia.
El primer ataque se produjo en la urbanización Constanzo, una de las zonas más golpeadas por la delincuencia. Según la Policía Nacional del Perú (PNP), un grupo de sujetos armados llegó hasta el cruce de los pasajes Arévalo y G y abrió fuego sin previo aviso contra una combi estacionada en la vía pública.
Entre las víctimas figura una madre de familia que vendía comida en la puerta de su casa. En la escena del crimen se hallaron 20 casquillos de bala, evidencia del nivel de violencia registrado. Todos los heridos fueron trasladados al Hospital Daniel Alcides Carrión, donde permanecen bajo observación médica.
Segundo tiroteo en Ventanilla
Horas más tarde, el terror volvió a repetirse, esta vez en el asentamiento humano José María Arguedas, en el sector de Pachacútec (Ventanilla). Un grupo de amigos conversaba en la vía pública cuando fueron atacados por un sujeto armado que, según testigos, llegó caminando desde la avenida Néstor Gambetta.
El atacante disparó tres veces antes de huir, alcanzando a Delver Stephen Manrique, de 39 años, quien recibió un impacto de bala en el muslo. El hombre fue trasladado de emergencia al hospital de Ventanilla.
Los vecinos relataron escenas de pánico y desesperación, mientras los servicios de emergencia atendían a las víctimas. Este segundo ataque elevó a siete el número total de heridos durante el primer día del estado de emergencia, medida que busca precisamente frenar este tipo de hechos.
Patrullaje presidencial y promesas de acción
Coincidentemente, mientras ocurrían las balaceras, el presidente José Jerí realizaba un operativo nocturno en distintas zonas del Callao. Acompañado por el ministro del Interior y altos mandos policiales, el mandatario aseguró que el Gobierno actuará “con firmeza y sin titubeos” frente al crimen organizado.
“Si se tienen que endurecer las medidas, se hará. El estado de emergencia no implica que no habrá delitos, pero sí nos permitirá golpear a la delincuencia con más contundencia”, declaró Jerí durante su recorrido por la Central de Videovigilancia y la Comisaría de Ventanilla.
El mandatario también advirtió que se investigará la procedencia de las municiones empleadas en los ataques recientes, ante las sospechas de tráfico de armas en manos de bandas criminales.
Vecinos reclaman seguridad real
La jornada violenta generó preocupación entre los habitantes del primer puerto, quienes cuestionan la efectividad de las medidas adoptadas. Pese al despliegue militar y policial, los ataques demostraron que la delincuencia mantiene su capacidad de fuego y control territorial en varias zonas críticas del Callao.
“Estamos cansados de vivir con miedo. Cada día hay balaceras, y ahora ni el estado de emergencia nos protege”, señaló un vecino de Constanzo. Otros pidieron mayor presencia policial, inteligencia operativa y control de armas, pues consideran que las intervenciones actuales no están disuadiendo a las mafias locales.
El reto de recuperar el control del Callao
El estado de emergencia, vigente por 30 días, busca recuperar el orden interno y permitir la intervención directa de las fuerzas armadas en apoyo a la Policía. Sin embargo, los hechos violentos de las últimas horas exponen la complejidad del problema y la insuficiencia de las respuestas inmediatas.
Analistas en seguridad advierten que la presencia militar solo será efectiva si se acompaña de acciones de inteligencia, control financiero y desarticulación de redes criminales. El Callao sigue siendo el epicentro del narcotráfico, la extorsión y el sicariato en el país, con una criminalidad enraizada en sectores urbanos y portuarios.
Mientras tanto, los vecinos viven entre la esperanza y el temor. En su primer día bajo régimen excepcional, el Callao registró dos tiroteos, siete heridos y una alerta máxima que deja claro que el combate a la inseguridad recién comienza.