Cynthia Martínez: “Ponerme a volar”

Cynthia Martínez cuenta de manera honesta su larga historia de amor con Pedro Suárez Vértiz y el duro camino que transitaron en familia. “Yo estaba ahí para apoyarlo, para tratar de entenderlo”.

por Edgar Mandujano
Cynthia Martínez publica esposo mío

La muerte de Pedro Suárez Vértiz, el 28 de diciembre último, entristeció al país. Probablemente la rockstar más exitosa salida del Perú, PSV nos puso la banda sonora de nuestras vidas durante poco más de 20 años. Pero, tras su diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), Pedro abandonó los escenarios. Si bien mantuvo presencia en redes sociales y columnas periodísticas, el trance de la enfermedad degenerativa se vivió en privado. Al momento de su fallecimiento, su esposa y su hijo Salvador pasaban las fiestas con su hija María José en Madrid, ya que ella vivía allí. Entonces, Cynthia Martínez, esposa de Pedro Suárez Vértiz, terminó con décadas de discreción. La publicación de “Esposo Mío: Mi historia íntima con Pedro” (Planeta, 2024) cierra este ciclo con un testimonio de vida, con tanto amor como honestidad.   

–¿En qué momento decidiste escribir el libro?

A los dos meses que él se fue. Empecé a escribir en las redes a los tres o cuatro días y decidí hacerlo cuando vi que la gente gritaba en mis redes sociales: cuéntame más de Pedro, quiero saber más de Pedro. 

–Tenías un perfil bajo.

Totalmente tras bambalinas. He estado con él 33 años y fue hasta diciembre del año pasado que hice un texto. Ahí empezó todo.

–En el libro cuentas como Pedro tomó la decisión de mantener a su familia al margen de la vida pública. ¿Cuál era su razonamiento?

Pedro era una persona hipocondríaca y siempre tenía miedo por el tema de la seguridad. En el libro se nota todo lo que yo admiro de Pedro y lo que aprendí de él. Siempre dijo que la fama viene por algo. Entonces no nos tocaba a mí ni a mis hijos exponernos al público. Ahora que Tomás se ha dedicado a la música está saliendo. Con este libro estoy saliendo.

Pedro Suárez Vértiz

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–Haces un ejercicio de introspección sobre tu vida de pareja. Es decir, manifiestas esa admiración pero al mismo tiempo identificas defectos, como un tipo de machismo.

El tiempo te enseña y ningún matrimonio es perfecto por más enamorado que estés. El mío no lo era y yo no quiero que en el libro se piense que era perfecto. Tuvimos momentos perfectos, pero tuve otros que nada que ver también. No voy a entrar tanto al detalle pero sí me preocupé en dar a entender que soy como todos los demás. Que si yo lucho por mi matrimonio, tú también puedes luchar, que si yo sufro, tú también. Todos somos iguales y eso me parece recontra real y natural.

Cynthia Martínez esposa de Pedro Suárez Vértiz: “No existe el cuento de hadas”

–La administración de las expectativas también es importante en la vida porque si no la cosa se desarma muy rápido.

Exacto. No existe el cuento de hadas. Yo sentía mariposas por él hasta el final pero también había momentos en que me quería ir de viaje dos meses y no regresar. Así es la vida. Quiero que la gente se identifique con lo que yo he escrito. Y digan manya, no estoy solo en esto.

–El trance de la enfermedad de Pedro fue durísimo. ¿Pero el proceso del libro también te ayuda a ver la vida hacia adelante?

Totalmente. Este libro ha sido mi catarsis, mi psicólogo, mi compañero. Y escribirle a Pedro las introducciones de los capítulos en cursivas. Lo he sentido a mi costado todo el tiempo que escribía. Me imaginaba que le estaba hablando a él y luego desarrollaba el tema.

–¿Es sanador?

No del todo. Y nunca voy a sanar del todo. Me ha ayudado a darme cuenta de que, de repente, cierro con esto y ya me dedico a mí. Ahora es 100% para mí. Esta vez no le pedí a Pedro aprobación para el libro. Todo lo demás él lo tenía que aprobar porque yo admiraba lo que él pensaba. Ahora no necesito su aprobación. Me siento un paso adelante.

Pedro Suárez Vértiz y su familia

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–¿Cómo su carácter le ayudó a enfrentar la enfermedad?

Nunca se quejó, nunca se deprimía,

nunca renegaba. Siempre era para adelante. Muy, muy egocentrista, pero en el buen sentido. Su vida era hacer feliz a los demás porque eso lo hacía feliz a él. Entonces es como un círculo virtuoso. Te hago feliz pero estoy siendo feliz yo.

–¿Era una persona simple?

Era fácil. Por supuesto que el camino ha sido duro pero de repente lo hubiese sido más si Pedro era un renegón que se hartaba, me gritaba o que no agradecía. Pasa muchas veces. Me daba la libertad. Si quieres ir a ver a nuestra hija Maríajosé, ándate dos veces, amor, invítala a otro país. Al final de la enfermedad ya abrió su corazón a todo el mundo y todos los que lo llamaban venían a verlo. Ya no se escondía y eso lo hacía feliz. Él quería dar ese ejemplo.

Cynthia Martínez esposa de Pedro Suárez Vértiz: “Su cabeza nunca cambió”

–¿Siempre mantuvo lucidez?

Mira, te soy sincera. Su cabeza nunca cambió, pero no sé hasta qué punto puedes mantener lucidez bajo una enfermedad así. Su mundo se achicó

–Y tú le reclamabas que lo expanda.

Pero claro, pero tenía que ser muy difícil. Yo quería cosas que él no podía y yo no entendía. Pero como es tan cambiante la enfermedad y progresiva, como las enfermedades raras, uno aprende. Aprendíamos los dos en el camino. Yo simplemente estaba ahí para apoyarlo, para tratar de entenderlo.

–Cuentas que eran abstemios, lo que no se asocia con el mundo del arte y el espectáculo.

No tomaba alcohol, nada. Ni yo, ni él. Cero. Ni cigarro, ni drogas. Nada. Él comía muy sano. Lamentablemente la enfermedad es random, no genética. Y le cayó a pesar de ser súper deportista. Yo no comía tan sano y no era tan deportista. Pero llevábamos una vida muy monótona, muy tranquila.

Pedro Suárez Vértiz y Cynthia Martínez

–Veías con resquemor las rutinas.

Al principio las odiaba. De ahí nos ayudaron y nos acompañaron porque le daban seguridad y eso era calidad de vida. Y te tienes que adaptar.

–Describes estar tras bastidores escuchando un concierto donde ya le costaba cantar. ¿Recuerdas cuál fue su último concierto?

No pero sí recuerdo que su última entrevista fue con Milagros Leiva.

–Luego de la que el médico, padre de tu amiga, te mandó llamar.

Y eso que Pedro la hizo muy bien. Hablaba peor, en realidad.

–¿Ya hablaste con tu gemela de cómo ha llevado ella la pérdida?

No, hasta ahora no. Ni con mis hijos ni con ella. Barbie era la adoración de Pedro y es mi adoración también, entonces ha vivido todo el proceso conmigo, a mi costado como nadie y por ende Álvaro, el esposo de Barbie. Mi gemela y Pedro se tenían confianza y amor recíproco.

–Me llamó la atención ese pasaje del libro porque tengo mellizos de tres años y ves una complicidad muy fuerte, que nace naturalmente.

Y nunca lo vas a entender del todo. Con Barbie nos hablamos solo con mirarnos. Tus hijos van a tener eso y cuando ellos se casen, se van a casar “los tres”.

–La parte final del libro es muy dura y lo anuncias antes.

Me costó mucho plasmarlo. Entonces quiero que pase un poquito de tiempo para volver a recordarlo porque lo he bloqueado un poco prácticamente. Es algo difícil, muy duro.

–Por otro lado, no te cohibes para hablar de la intimidad. 

Era lo que nos caracterizaba como pareja. Lo que mantenía mi matrimonio era la sensualidad. Me embelesaba cómo hablaba. Y la sensualidad era la gasolina de nuestro matrimonio, porque hablábamos el mismo idioma. Era duro porque él vivía de viaje. ¿Qué hice en vez de quejarme y sufrir y llorar? Le saqué provecho y convertí sus retornos, en cosas muy especiales. Lo que yo quiero plasmar en eso es que la gente también lo haga. Yo sí creo en la sensualidad. No sé si la tenía muy dentro o Pedro me la formó. Nunca lo sabré, pero la aproveché al máximo mientras pude.

–¿Vas a seguir escribiendo?

Sí, quiero hacer autoficción. Una autoficción sexual, que es lo que nos caracteriza. Y quiero que siempre sea un poquito de mí y de Pedro. Un poquito.

–Transmites pasta de coach.

Me gustaría de repente ser speaker. Aconsejar, ir a los pueblos jóvenes, a los comedores y decirle a la señora que no se rinda porque yo no me he rendido. Quizás sea otra situación pero las mujeres son mujeres.

–Hemos visto a tu hijo Tomás en su debut en la música. ¿Cómo han llevado ellos la pérdida?

Si lo veo de afuera, ha sido en privado. Nos hemos unido. María José (30) ha regresado al Perú y está apoyando a Tomás (19). Salvador (26) está full trabajo y se ha metido a correr. María José ha encontrado a la familia, Salvador este deporte que le encanta, Tomás su carrera musical y yo la lectura.

¿Dónde está la gran colección de guitarras de Pedro?

Tengo tres almacenes. Ya no solo es de guitarras, sino también de amplificadores vintage. Pedro mandaba importar las piezas. Te mueres con la colección de amplificadores. En algún momento quiero hacer una exposición. Se lo merece, era su pasión. Primero eran las redes sociales y luego ya enfermo se volcó a los amplificadores. Se quedaba horas de horas en internet comprando en todos los países que te puedas imaginar. Entraba a eBay de Alemania, de Polonia, de cualquier lado. Como mi hija vivía en Europa, compraba todo y se lo mandaba a ella y luego ella ya lo traía.

–Me reí cuando un congresista de Perú Libre lamentó su partida diciendo que se había ido una figura de la izquierda.

No era de izquierda para nada (risas). Era de derecha o de centro derecha. Cada vez que ponía algo y la gente lo destruía, yo le decía que no le importara. Al principio le molestaba la controversia pero después se vacilaba.

–Es una diferencia con la fama del músico al que todos quieren.

Claro. Siempre dijo que la gente tiene derecho a seguirlo o no seguirlo.

–Aunque se forjó su propio estilo, la influencia musical más clara de Pedro, al menos al escuchar su música, eran los Rolling Stones. No solo en las guitarras sino en la inflexión vocal que recuerda a Mick Jagger. ¿Cómo era esa vinculación?

Totalmente cierto. Fuimos a ver  tres veces a los Rolling Stones. En mi casa están todos los libros de los Rolling. Todos los discos. Tengo vinilos. Se encargó de que mis hijos los vean dentro y fuera del Perú. Su base eran los Rolling, Elton John y los Beatles. La verdad que Pedro amaba a Jagger.

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