En las elecciones de 2021, Pedro Castillo no llegó solo. Detrás de su figura aparentemente frágil, se movilizó una estructura económica subterránea que ha ganado protagonismo en el país: la de la minería ilegal e informal. Camionetas cargadas de oro sin trazabilidad, operadores con poder territorial, alcaldes financiados y redes clientelares. “Castillo no venía a caballo, venía escoltado por camionetas de la minería informal”, sostiene Iván Arenas, analista político especializado en el sector extractivo.
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