Todos Quieren ser Milei

Pero no es tan fácil. Al completar el primer año de gobierno del argentino, sobrepoblada derecha peruana busca su elegido.

por asistentemk

El cumplimiento del primer año de gobierno del argentino Javier Milei solo ha terminado por amplificar su influencia. Su discurso de balance repasó lo realizado hasta hoy, con el control del déficit fiscal en primer lugar. Tras recortar el gasto público en un 35 % solo en el primer semestre del año, algo sin precedentes, aseguró que su “motosierra” solo había atacado los excesos kirchneristas y que ahora le tocaba ir mucho más allá. El frenazo a la emisión de dinero, abuso recurrente en su país, le ha permitido controlar la inflación y sostener un superávit fiscal inimaginable hasta hace un año. La brecha del dólar de 200 % entre el formal y el informal, se cerró. Dice que es el “ajuste más grande de la humanidad”. Ya solo con ocho ministerios y casi 35 mil puestos públicos menos (ojo, llegó a Argentina cuando la burocracia totalizaba casi 4.5 millones de funcionarios, en el Perú son alrededor de 1.6 millones), Milei se presenta como “economista”, no presidente. “El jefe de Estado viene a destruir el Estado”, se indignó un vendedor ambulante ante las cámaras de televisión.  

López Aliaga y la derecha conservadora ya chocaron con Alejandro Cavero por proyecto de ley de Unión Civil. Cavero dice que es liberal en todo sentido, pero tampoco parece. Las categorías se han recolocado. 

Para Milei la política es una “colonia de leprosos”. Los periodistas son “ensobrados” (por los sobres de la “mermelada” estatal) y los medios “miserables, rastreros y mentirosos”. Lo suyo son las redes sociales, donde empolló su viralidad, y los influencers que alientan su discurso. Por delante está el Gordo Dan, que se considera su “brazo armado”. Le menta la madre a los que los comparan con los guerrilleros cuando con eso se refiere “a un teléfono celular”. Hasta ahora expresa su agradecimiento al periodista deportivo Alejandro Fantino, que le dio primero espacio y lo tomó en serio. Hoy Fantino habla de la política en términos aristotélicos y sentencia que, o estás dentro de los 50 puntos blancos o de los 50 puntos negros. No hay términos medios. El centro político ha desaparecido. “La única forma de enfrentarse a la izquierda, es por la derecha”, postula Milei. Los periodistas están obligados a tomar partido porque el resto, para quedarnos por la casa, son “caretas”. 

El modelo de la casta, dice Milei, es un sistema de extracción de riqueza de los políticos en perjuicio de la sociedad. “Cuantos más votos tiene un proyecto de ley en el Congreso, peor para la sociedad”. 

Milei gobierna en lo que llaman un “triángulo de hierro”, donde los otros dos vértices son su hermana Karina –secretaria general de la Presidencia, ahí no se escandalizan tanto con los hermanos consejeros– y su misterioso asesor de 40 años Santiago Caputo (“un gigante”).

El libertarismo económico que lo obsesiona está acompañado de una incansable batalla cultural. “El liberalismo derrotista cree que enfocarse en la economía basta para mantener a la izquierda a raya”, criticó en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) que se realizó en Buenos Aires. “Los socialistas, luego de caído el muro de la vergüenza, el muro del terror, el muro de la sangre, que no solo fue un fracaso en lo económico, en lo social y cultural, sino que además asesinó millones de seres humanos por una trasnochada de intelectuales imbéciles, arrogantes”. Y espeta: “Se nos metieron en las universidades, se metieron en los medios de comunicación, se metieron en la cultura. Y como no tenían rival, ganaron la batalla cultural, básicamente porque nosotros no la dimos”.

Si quedaba alguna duda: “No hay lugar a quienes reclaman consensos, formas y buenos modales. Las formas son medios, se evalúan según su efectividad para alcanzar determinados fines. Y hoy, someternos a la exigencia de las formas es levantar una bandera blanca ante un enemigo inclemente. El fuego se combate con fuego. Y si nos acusan de violentos les recuerdo que somos la reacción a 100 años de atropellos”.

Milei se refiere a su misterioso asesor de 40 años Santiago Caputo como “un gigante”.

Hoy Milei tiene el 53 % de popularidad, porcentaje similar con el que ganó la segunda vuelta. No tiene mayoría parlamentaria, pero hasta ahora ha toreado esa limitación con las armas propias del Ejecutivo y promete profundizar sus reformas de forma plebiscitaria. Es sin duda un personaje de choque, fogueado para los formatos de TikTok y X. Su amigo Fantino considera que en ese terreno no hay un cambio tan profundo como el de YouTube. Las redes eliminaron el monopolio, para ellos, de la interlocución por parte de los periodistas.

El “centrismo bien pensante”, plagado de adjetivos, es “funcional a la izquierda criminal”. En el caso de Milei, el libertario, el rechazo al aborto parece una reacción al espacio que la izquierda ocupa en el terreno de los derechos reproductivos. Él le dijo a Jaime Bayly que si quieres estar con un elefante es tu problema, igual si te quieres casar con 50 personas a la vez. El problema, concluyó, es que el Estado se meta. Una correligionaria de La Libertad Avanza comparó la homosexualidad a tener piojos.

ÉMULOS CONFUNDIDOS

En la derecha peruana casi todos quisieran ser Milei. El congresista Alejandro Cavero (Avanza País), que no se veía en muy buena forma, fue agredido en una fiesta gay friendly en el Mali. Lo grabaron e insultaron y él respondió quitándole a la mujer el celular. Terminó sin lentes y con el polo roto. Hubiera pensado Cavero en ser mejor recibido luego de impulsar el proyecto de Unión Civil que ha sido aprobado en comisión en el Congreso.

No solo le respondieron desde allí. El alcalde de Lima Rafael López Aliaga (Renovación Popular) organizó una marcha contra el proyecto de Unión Civil que, calculan, llevó 50 mil personas al centro de Lima. Alejandro Muñante, también de RP, publicó en X: “No hay nada más libertario que un conservador ejerciendo su libertad de expresión contra una ley que considera nociva contra la familia; y no hay nada más totalitario que un liberal apoyando la agenda woke que solo busca imponerse con la fuerza coercitiva del Estado”.

Y Cavero le respondió: “Yo soy un liberal de derecha a cabalidad. No ando con la doble moral de defender la libertad económica pero no el libre proyecto de vida de las personas. La libertad es una sola y no se defiende a medias. Creo en la igualdad ante la ley y no en los privilegios y menos en las políticas identitarias, pero no soy conservador y no mezclo mi religión con el Estado. No hay nada más totalitario que meterse a impedir el libre proyecto de vida de los demás solo porque puede no gustarme”.

Suena bienintencionado el joven Cavero, pero casi pasado de moda para el cambio de época que encarna Milei. El anti izquierdismo –anti centrismo, etcétera– viene con su dosis de conservadurismo. Los derechos reproductivos y de los gays es una defensa que le corresponde al otro, detestado, campo.

Milei le gusta a The Economist por su neo thatcherismo reformista. No por su batalla cultural alineada con la ultraderecha. Las categorías se han recolocado.

López Aliaga comparó en la CPAC a la casta argentina con los caviares peruanos. Pero el propio argentino quizá los compararía con los “imbéciles bienpensantes”.

¿Cuáles serán las coordenadas en las que se ubicará la derecha peruana, repartida en más de la mitad de los 38 partidos aptos, hasta ahora, para ir a las elecciones?

El Perú tiene controlado todo lo que Milei no tenía: no hay inflación, el déficit fiscal es (todavía) cosa de niños comparada con los números argentinos. El Banco Central de Reserva es reconocido por todas partes. Y no es casual que su presidente, Julio Velarde, haya comparado a Milei con Carlos Boloña, el hombre que llegó al choque. Después la cosa es más difícil.

El Perú ya pasó por su apocalipsis inflacionario y el shock de los 90. El recuerdo palpita en sus venas.

Si el conservadurismo moral está claro –y está por verse si pesa entre el electorado más allá de bolsones evangélicos y católicos militantes–, ¿qué piensa hacer la derecha con el Estado? ¿Lo va a achicar a su mínima expresión? ¿Lo va a reorientar?

La pobreza actual en Argentina es casi del 50 %, según estimaciones. El doble que en 2012. En el Perú se supone que es del 30 %. Pero nuestro PBI per cápita es de poco más de USD 7 mil. El del país de Milei supera los USD 17 mil.

Toda la derecha quiere ser Milei y lograr empuñar las banderas del cambio. Pero la traducción está por verse.

También te puede interesar

 Av. Guardia Civil 1321, Oficina 1802, Surquillo, Lima – Perú

Copyright ©caretas.pe | Por Revista Caretas

Todos los derechos reservados

Ilustración Peruana

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Aceptar Leer más

Política de privacidad y cookies
¿Estás segura de que quieres desbloquear esta publicación?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?