Sueños de Vapor

Trenes retirados y “donados” a la municipalidad de Lima no podían ser vendidos como tales, sino como objetos ornamentales. Luego eso cambió.

por asistentemk

Ah, la vida en tren. El Perú ha tenido una historia frustrante con un medio de transporte que ha demostrado en otras latitudes su histórica capacidad de integrar a las sociedades y hacerlas más cohesionadas. Nada como los ferrocarriles.

Lo sabe bien el alcalde Rafael López Aliaga, accionista de la empresa Perú Rail que tiene hasta 2034 la lucrativa concesión del tren a Machu Picchu.

Se entiende entonces que el burgomaestre se haya esmerado en concretar lo que ha llamado la “donación” de 20 locomotoras y 93 vagones de la empresa Caltrain que funcionaron en San Francisco, California. Todo un sistema con el que se implementará el servicio de pasajeros en los venerables rieles del Ferrocarril Central para mejorar la conectividad entre Lurigancho-Chosica, Chaclacayo, Ate Vitarte, El Agustino y Lima. Para el efecto, se construirán nuevas estaciones, se enrejará el ferrocarril y se eliminarán pasos a desnivel. El municipio plantea que el servicio sea prestado vía una APP que no genere gastos adicionales a la comuna.

Persisten, sin embargo, lo que se podrían llamar problemas de traducción. Lo que hemos leído y escuchado de boca del alcalde no es lo mismo que informaron los medios de San Francisco sobre la deshabilitación de los trenes y su posterior salida a la venta.

Son 20 locomotoras y 93 vagones de la empresa Caltrain que funcionaron en San Francisco, California.

Ciñámonos a los documentos textuales.

“PERFECTO PARA SU MODELO DE TREN”

El pasado 13 de agosto, hace apenas poco más de tres meses, el San Francisco Chronicle (SFC), que es tan viejo como los pocos ferrocarriles que sobreviven en el Perú, tituló:

“Una locomotora Caltrain ‘cuidadosamente usada’ está a la venta, pero tiene una complicación de 135 toneladas”.

Efectivamente, la página de Caltrain anunció la inminente venta de las locomotoras que pesan, cada una, cerca de lo que representa una ballena azul. Desde entonces el anuncio fue levantado de su página, pero CARETAS pudo acceder al archivo:

“Estas locomotoras diésel F40 de 1985, en buen estado de uso y mantenimiento cuidadoso, podrían ser suyas. Las locomotoras históricas cuentan con 40 años de servicio y más de un millón de millas recorridas. Perfecto para su modelo de tren, comedores con temática de trenes, decoración de césped ornamental o macetero, Bed & Breakfast poco convencional o simplemente para competir con el jardín de su vecino lleno de gnomos”.

Ojo, a la venta salieron 20 locomotoras, no los vagones. Parecía una humorada, pero la cosa iba en serio. Como se lo explicó el vocero de Caltrain, Dan Lieberman, al periodista Peter Hartlaub, “estas locomotoras han ayudado a que nuestros pasajeros lleguen a donde necesitan durante casi medio siglo”. Añadió que, “lamentablemente, las locomotoras fuera de servicio a menudo son desechadas para ser canibalizadas por piezas, y preferiríamos que estas locomotoras encuentren un hogar en manos de coleccionistas, artistas o cualquier otra persona que busque poseer una parte de la historia del ferrocarril”.

Las locomotoras a diésel y sus vagones fueron reemplazados por la nueva flota eléctrica de Caltrain, que fue inaugurada el domingo 10 de agosto por el gobernador Gavin Newsom y la decana de los diputados demócratas, Nancy Pelosi.

Aviso de venta fue eliminado luego de operación con Lima.

¿Pero por qué la limitación casi decorativa impuesta a la venta del viejo material?

“Si estás pensando en construir tu propia línea de trenes, mejor lee la letra pequeña”, advirtió el SFC. 

Resulta que Caltrain recibió USD 367 millones de subsidio estatal para electrificar su flota (sí, los trenes son subsidiados aquí y en la China), bajo la condición de que la vieja flota no eléctrica sea “decomisionada” y “deshabilitada” para que deje de contaminar.

“En otras palabras, puede utilizarlos como estructura de juego, pero no para pasear a los nietos por el jardín. (O llevar su rebaño de Herefords a un matadero de la costa este)”, complementó el artículo.

¿Y entonces cómo “Porky”, nuestro religioso émulo del libertino Trump, logró adquirir los vehículos?

Otro medio digital de San Francisco, The Daily Journal, publicó el 16 de noviembre nuevas declaraciones del portavoz Lieberman, quién explicó que el acuerdo entre Lima y Caltrain “tomó precedencia” a la venta pública.

Michelle Bouchard, directora ejecutiva de Caltrain, explicó durante el consejo de directorio del 7 de noviembre que “la Embajada de Estados Unidos en Lima ha dicho que la venta de estas locomotoras y vagones servirá para reducir aproximadamente 330 toneladas de contaminantes del aire al año en el país”. Fue el argumento que les permitió vender las locomotoras para que sigan siendo usadas sin poner en riesgo el subsidio. “Gracias a que el análisis del gobierno muestra que servirá para reducir la contaminación en Lima, podemos venderle a Lima las locomotoras funcionales. Sin embargo, los términos requieren que los vehículos sean usados únicamente para el servicio de pasajeros”.

Nuevo sistema eléctrico fue inaugurado por demócrata Nancy Pelosi.

Para que las locomotoras no fueran vendidas como coquetos diners, el trato tuvo el permiso del Departamento de Estado, el Departamento de Comercio y el Bay Area Air Quality Management District (BAAMQD). Así Caltrain obtuvo su exención.

El razonamiento es relativo: en el Perú ayudará a reducir la contaminación porque serían menos los autos contaminantes que estarán en circulación en la ruta Lima-Chosica, aunque las locomotoras sean a diésel para hacer funcionar su sistema eléctrico.

Cuando en agosto se anunció el reemplazo del sistema, Caltrain publicitó que la nueva flota totalmente ecológica reduciría las emisiones de gas invernadero en 255 mil toneladas métricas al año. Forbes criticó entonces que la vieja flota, la que llegará al Perú, había sido extremadamente contaminante, pues esa cantidad equivalía a la contaminación de 55 mil autos. El mismo medio, sin embargo, encontró posteriormente una marcada discrepancia con anteriores reportes de Caltrain, que cifraban la cantidad en 43 mil toneladas métricas. Un contaminado signo de interrogación quedó en el aire. 

Por su parte, cerrado el trato, Bouchard vino a firmarlo y tomarse la foto con López Aliaga y el secretario de Estado Henry Blinken en el marco de APEC, el 16 de noviembre. 

Hay que añadir que en ninguno de los documentos gringos se refieren a una “donación”. Se trata, en unos casos, de “adquisición” o de, como lo dijo sencillamente Bouchard, una “venta” que, según resolución del Consejo Municipal, es de USD 7.5 millones (“aceptación de la donación”, la llaman los peruanos, que incluye USD 1 millón por “cancelación anticipada”), a lo que hay que agregar aproximadamente USD 17 millones por “remoción de piezas y traslado”. Todo para totalizar USD 24.5 millones.

Al responder a las críticas, López Aliaga señaló que “hemos conseguido la donación de los trenes que están funcionando en California, no estamos trayendo chatarra. Es ecológico porque tiene un estándar internacional. Son más de 100 coches de dos pisos, más de 20 locomotoras. Eso tiene un costo, tampoco le vas a decir, págame el costo, el flete para traerlo a Lima. Bastante hacen los gringos con donar más de USD 1000 millones que es lo que vale”.

Cierto, no son chatarra pues los buscaban colocar como entrañables ornamentos.

El teniente alcalde Renzo Reggiardo reclamó por su parte a la prensa:

“Pido que se rectifiquen, no es ninguna chatarra, es un tren que está en pleno funcionamiento en San Diego, California, con los estándares del Gobierno de los Estados Unidos”.

Más allá de su lapsus con la ciudad, en realidad, no estaban funcionando en San Francisco porque fueron puestos a la venta tras haber sido reemplazados por un nuevo sistema completamente eléctrico. Tampoco es cierto, como quedó claro con el argumento de venta inicial, que para 2024 la flota tenga un valor de USD 1000 millones. Sí es verdad que los trenes traen consigo signo de dólares. El nuevo sistema en San Francisco –ligero, silencioso y ultra verde– costó USD 2500 millones. Y sí pues. Nada como los ferrocarriles.  

También te puede interesar

 Av. Guardia Civil 1321, Oficina 1802, Surquillo, Lima – Perú

Copyright ©caretas.pe | Por Revista Caretas

Todos los derechos reservados

Ilustración Peruana

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Aceptar Leer más

Política de privacidad y cookies
¿Estás segura de que quieres desbloquear esta publicación?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?