La atracción por los textiles la lleva Ester Ventura en su ADN. Desde que era niña fue testigo del ritual que hacían su madre y su abuelo, natural de Turquía, cuando recibían los contenedores de tela que importaban a Argentina desde Medio Oriente y Europa.
“Aunque yo era muy niña, recuerdo vivamente que cuando llegaban los contenedores repletos de maravillas, ellos los abrían y con los ojos cerrados primero acariciaban, luego olían y por último abrían los ojos para mirar y admirar las sedas, lanas, paños de algodón y de lino, mientras las desplegaban sobre inmensos mostradores”.
Esa fascinación por lo textil despertó cuando después de trabajar en la industria cinematográfica decidió hacer un viaje por tierra hasta México. Tenía 27 años y le interesaba conocer la región después haber leído “Venas Abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano.
Partió de Buenos Aires y en un amanecer, a las orillas del Lago Titicaca, vio “un gran manto de plata”. Días después, al abrir su ventana en el Valle de Urubamba encontró un manto de maíces de colores. Lo que le impactó fue esa expresión textil que tienen ciertos aspectos de la naturaleza. Todo eso fue una revelación. “Los textiles reflejan eso y muchísimo más”.
Con “Manos Sabias. Textiles Andinos del Sur del Perú”, en el Centro Cultural Inca Garcilaso de Ministerio de Relaciones Exteriores, Ester Ventura celebra los 50 años que ha vivido en el Perú con una exposición de una selección de su colección privada de textiles que fue juntando desde que llegó al Perú en 1974.
Estas piezas únicas elaboradas con lana de alpaca o vicuña tienen un origen principalmente quechua o aymara. Son elaboradas por tejedores del sur del país entre los años 20 y 70 del siglo XX en telares manuales y los colores de cada uno de los hilos utilizados son extraídos de plantas, insectos y minerales.
“Siempre he tenido una admiración muy grande por lo bello, no solo de la belleza que te regala la naturaleza sino también de las obras que el hombre primorosamente ha creado”.
Conforme se fue quedando en el Perú, Ventura comenzó a viajar a las diversas comunidades y “aparecen maravillas que comienzo a comprar”. Además, lo que más le sorprendió y conmovió es que en estos pueblos, “donde la gente, lamentablemente, estaba sumida en la pobreza”, se veía a hombres y mujeres sentados con absoluta serenidad haciendo estos tejidos.
Al principio miraba y me paralizaba, pero poco a poco comenzó a preguntar sobre el significado de los diseños y se dio cuenta que “no hay nada puesto al azar”. Cada puntada, cada vacío, cada línea y cada color alberga una cantidad de información que dice revela mucho sobre la identidad de esa comunidad.