Entre Negociaciones y Recompensas

por asistentemk

Escribe: Andrés Gómez de la Torre

Poco uniforme y realista, menos sincronizada, ha sido la labor “facilitadora” de la troika o “grupo de amigos” conformada por Brasil, Colombia y México para lograr una salida a la crisis de Venezuela. Algunas de las propuestas sonaron impracticables por la naturaleza de las circunstancias. Gustavo Petro deslizó una salida a la colombiana ejemplificando el Frente Nacional (1957) fraguado entre conservadores y liberales de su país, para garantizar así la estabilidad política de mediano y largo plazo en Venezuela. Extraño para un mandatario que conoce bien el proceso histórico de su país, pues dicho acuerdo se formuló al calor de la salida del régimen militar del dictador Gustavo Rojas Pinilla.

El empresariado militar privado menciona la posibilidad de subir los montos de las recompensas.

El brasileño Lula lanzó su propuesta de una suerte de cogobierno venezolano, entre Maduro y la oposición: una suerte de puntofijismo del siglo XXI, en alusión al Pacto del Punto Fijo (1958) entre mayoritariamente adecos y copeyanos para estabilizar el país en el marco de un post militarismo. Figura excesivamente compleja teniendo en cuenta la tesitura de los actores involucrados. México se parapetó en resucitar sus tradicionales doctrinas diplomáticas no intervencionistas (Estrada y Carranza) en una cómoda, pero muchas veces selectiva (que se lo digan al Perú y Ecuador), alusión al consabido slogan de López Obrador en el sentido que la mejor política exterior es la interior. En paralelo, desde la potencia hemisférica, en plena polarizada campaña electoral, parecen resucitar aquellas técnicas de diplomacia de cañoneras, intervencionista de aquel añejo corolario Theodore Roosevelt, con un vociferante y protagónico Erick Prince, locuaz magnate del contratismo militar privado norteamericano, y generoso mecenas de las causas conservadoras republicanas, quien de visita a la región (a Bukele en El Salvador), plantea cierta fórmula a la cubana de guerra fría, en modo Bahía de Cochinos posmoderna,soliviantando a militares desafectos venezolanos, en el exilio, muchos de ellos residentes en Estados Unidos para conformar un ejército privado que desembarque en Venezuela.  Inclusive ya adelanta un trabajo de inteligencia aludiendo a tener identificados los que serían, en tal escenario, sus blancos de alto valor (sin dudas Diosdado Cabello y Vladimir Padrino los prioritarios de su checking list). 

Así en este escenario también se ha señalado desde el empresarialismo militar privado la posibilidad de elevar las recompensas ofrecidas desde instancias gubernamentales de Estados Unidos a los wanted del régimen de Caracas, como una manera de incentivar alguna disidencia interna, de las entrañas de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, FANB, que suponga la caída y salida del máximo jerarca del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV. Vista desde esta perspectiva, la situación venezolana adquiere ribetes de entrampamiento y pronóstico muy reservado.    

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