La actualidad de la Selección Peruana de Fútbol requería de la participación de Juan Carlos Oblitas, director general de la FPF. Por ese motivo, este 25/10 ofreció una conferencia de prensa (aquí) en la Videna, en donde despejó dudas y fortaleció otras.
Como jugador, Oblitas tiene todos los pergaminos (dos Mundiales (1978 y 1982) y una Copa América (1975); en su calidad de técnico cinco campeonatos nacionales (incluido el de LDU en 2005) y un proceso eliminatorio sin resultado (Mundial de Francia 1998); en sus funciones de dirigente deportivo, fue uno de los artífices de la clasificación al Mundial de Rusia 2018.
Una trayectoria impecable, pautada por una norma de conducta a la altura de sus responsabilidades. Un perfil a seguir, un ejemplo sólido para los futbolistas peruanos de hoy, que tienen en Oblitas un contraejemplo a los irresponsables que serán recordados por escándalos, borracheras y fracasos deportivos.
Sin embargo, en esta norma de conducta, Oblitas se ha caracterizado por la conciliación (calmar los ánimos y buscar la solución), vista en especial siendo entrenador y dirigente. Esta actitud es parte de sus triunfos y corazón de sus fracasos En cuanto a lo último: la defensa de lo indefendible cuando fue asistente de Vladimir Popović en la nefasta clasificatoria para el Mundial de USA 1994, su exceso de confianza en la goleada que nos propinó Chile en 1997 y en la eliminación de cuartos de final en la Copa América de 1999 ante México por penales, habiendo estado arriba en el marcador hasta en dos ocasiones… La lista de malestares puede llegar hasta la eliminación de la Blanquirroja del Mundial de Qatar en el repechaje ante Australia (es uno de los responsables).
Consignamos esta serie de traspiés deportivos para subrayar lo que se vio ayer en La Videna: Oblitas está repitiendo errores del pasado. De lo que dijo, lo importante no es la revelación de la lesión de Cueva, menos la no inclusión de Oliver Sonne (de gran momento en la liga de Dinamarca, una liga superior a la peruana), tampoco del pésimo nivel del campeonato local, sino su énfasis en lo que a fin de cuentas es lo más importante: apoyar a la Selección.
No existe peruano que esté en contra de la Selección. La Selección nos ha dado genuinas alegrías en estos últimos años. Sin embargo, ¿a qué se refiere Oblitas cuando habla de apoyar a la Blanquirroja?
Como ya lo hemos indicado: pese a lo difícil de la presente eliminatoria, la Blanquirroja sí puede tentar un cupo directo al próximo Mundial (son seis directos y un repechaje, ergo: Sudamérica podría tener hasta siete representantes) siempre y cuando se haga un cambio drástico. Oportunidades como esta, no se volverán a presentar. Reynoso es un buen técnico, pero algo le pasó cuando cogió las riendas de la Selección. La sombra de Gareca lo minimizó al punto de destrozar una base de juego a la que solo había que reforzar. Sus actitudes lo dejaron, ante los jugadores, como una persona en la que no se puede confiar (hay varios ejemplos, uno de ellos: lo que pasó con Ruidíaz en el gol de Brasil). El juego de los seleccionados es la clara evidencia de que no quieren a Reynoso en el banco. No hace falta ser futbolista para detectarlo: puedes estar lento por los años, pero no se puede perder las ganas de luchar todas las pelotas, actitud que sí se veía en los dos procesos eliminatorios precedentes. El ABC del fútbol no admite floro. El ABCD del futbol peruano menos. No importa la continuidad ni el nivel de la liga en la que juegue, un jugador peruano motivado y comprometido con su técnico, eleva su nivel en la Selección. Eso ya se vio.
La función del DT nacional no es entrenar. Su función es trabajar la táctica en los pocos días previos a los encuentros. Un DT de Selección no tiene el tiempo de un DT de club, quien sí puede trabajar sus procesos. Los resultados para el caso de Reynoso lo desfavorecen. Antes se perdía jugando a algo, con Reynoso se pierde jugando a la nada. Perdió el crédito de la hinchada, que no es idiota con esa lucubración de que esta situación es parecida a los inicios de los dos procesos eliminatorios anteriores.
Bolivia y Venezuela no son ganables. No hay razones para creer que la Blanquirroja consiga los seis puntos en disputa. ¿Acaso Bolivia no nos ve como la oportunidad para empezar a sumar? ¿Así como está jugando Venezuela es rival fácil para Perú? A los seleccionados no se les cambiará el chip en los tres/cinco días de práctica previos a los partidos. Demasiado riesgo tratándose de rivales directos. Es cierto que los procesos deben respetarse, pero el principio se legitima cuando existen motivos para confiar y Reynoso lo que ha hecho es desconectar a la hinchada con la Blanquirroja, que sí juega los partidos y que en esta ocasión sí tiene la razón en sus reclamos. Es más acertada que el análisis deportivo actual y más determinante que Oblitas.
Oblitas, pues, tiene la autoridad moral para bajarle el dedo a Reynoso. Oblitas lo sigue avalando más por cariño que por fe en su trabajo. El cariño nos está costando mucho y, como volvemos a incidir, estos cupos directos para el Mundial no se volverán a repetir. Esperar a que pasen los siguientes encuentros de noviembre para evaluar la continuidad de Reynoso resulta una provocación por la sencilla razón de que no logra conectar con los jugadores, varios de ellos mundialistas.
De Oblitas depende que esta eliminatoria no sea una derrota dirigencial más. Tiene la oportunidad de oro de diferenciarse de Agustín Lozano, el verdadero responsable de este pésimo momento.
(Matías Reyes).