Iluminaciones devastadoras

por gruiz

“La piel fría”, el cuento con que ganó el Premio Copé de Oro de 2018, mostró contundentemente la maduración narrativa de Stuart Flores (Huancayo, 1986). Dicha maduración ha fructificado en uno de los mejores libros de cuentos (a nivel no solo peruano, sino hispanoamericano) de los últimos años: Aquello que agoniza entre nuestros dedos (Dendro Ediciones, 2023: 135 pp.).

Flores posee como pocos maestría verbal y dominio de los recursos narrativos, pero no cae en pensar que sus textos estén protagonizados por el lenguaje. De otro lado, trasciende el realismo que se queda en la reproducción fáctica (exacerbado en la llamada no ficción), porque admira a los grandes creadores realistas (verbigracia, Dostoievski, Tolstoi, Proust, Joyce o Faulkner) que exploran la complejidad de lo real, con su dosis de misterio, ambigüedad y sinsentido.

Publicación de Dendro Ediciones.

Zarpa en pos de “iluminaciones” que como las de Rimbaud, resultan desoladoras; o, como las epifanías de Joyce, desnudan traumas y vacíos mítico-arquetípicos. Así, el novelista Cerbah, convencido de que “el mundo es un lugar colmado ya de palabras inútiles” (p. 11), publica poco con “la total certeza de que alguien me encontrará” (p. 16). Precisamente, el joven narrador de “Cerbah, la posteridad” lo encuentra “golpeado” por la lectura: “estaba herido y experimentaba con ojos llorosos (…) algo tan desolador como la ineficacia del mundo y la estupidez que, por lo tanto, conlleva cada existencia sobre la tierra” (p. 24). Memorablemente reflexiona: “hay escritores que jamás encuentran a sus lectores. Pero solo basta uno. Un lector es suficiente. Pueden pasar décadas o unos siglos de olvido hasta que aparece aquel lector que rescata (…) un libro, un autor postergado, un escritor que ha colocado las palabras exactas para desmembrar sin ninguna piedad a quien está destinado o condenado a leer esas páginas” (pp. 24-25).

Páginas que nos hieren con muertes accidentales, atentados, amores agonizantes, familias disfuncionales, etc. Únicamente “Marusya Kolesova”, el cuento de prosa más fluida y encantatoria, concluye iluso, aferrado a la esperanza: estremecedor mecanismo de defensa contra la desolación.

(Ricardo González Vigil).

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