Miraflores: un puente y Canales

Escribe: Fernando de la Flor Arbulú *

por Fernando de la Flor Arbulú

Miraflores es un distrito emblemático de Lima. Quién no lo ha visitado o paseado. Es un sitio acogedor y popular. Sin embargo, actualmente, Miraflores está perdiendo su encanto y se está convirtiendo, lentamente, como todo proyecto pretencioso que se frustra en el camino, en un lugar indeseado, como consecuencia de la errática combinación de incompetencia y prepotencia de su autoridad municipal. Véase de esta manera el fenómeno: se busca hacer obras a como dé lugar, gastar dinero rápidamente, preparar presupuestos, celebrar contratos, suscribir adendas, pero todo a la vez, desordenadamente, sin coordinaciones ni programación, en favor de contratistas vinculados. Es la mejor manera de definir el caos: pretender la excelencia sabiendo que no la vas a lograr. Eso es lo que está ocurriendo con el actual alcalde de Miraflores, Carlos Canales, de Renovación Popular. En su período de apenas cuatro años quiere hacer lo que, razonablemente, debiera demorar varias gestiones conducidas con buen criterio. La pregunta, entonces, cae de madura: ¿por qué, ah?

Pruebas al canto: hace aproximadamente un año, el alcalde Canales anunció, con toda la parafernalia típica de la euforia, que antes de terminarse el verano del año 2025, aquel que concluyó hace varios meses (ya estamos en pleno invierno), se inauguraría un puente que uniría los Malecones de Miraflores y Barranco, encapsulado en vidrios para que los peatones y ciclistas que lo utilizaran quedaran deslumbrados con las vistas del mar de la Costa Verde. Hasta el momento el puente no se ha inaugurado, sigue en ejecución, pero lo que sí ha logrado el alcalde de Renovación Popular no es convencernos de la belleza del proyecto por su andamiaje metálico celeste, sino, en su reemplazo, hacernos sentir cómo es el infierno. Cerrar la tradicional Quebrada de Armendáriz frecuentemente y restringir el tránsito vehicular de subida y bajada en pleno verano, con el calor de la época, ha sido una fórmula infalible. Mejor aún, nos ha ayudado a descubrir el fenómeno kafkiano, aquel sinónimo de lo absurdo.

Pero hay más. Miraflores ha vivido (y todavía lo hace en algunos lugares) una verdadera devastación de sus calles, veredas y avenidas, todo simultáneamente, como si hubiese estado en medio de una guerra de destrucción sin contemplaciones. Desmontes acumulados, pistas abiertas de extremo a extremo, pases peatonales cerrados, semáforos que no sirven para dirigir sino para generar exasperantes congestiones vehiculares; en fin, un auténtico pandemonio inaguantable. Todo sin avisar a los vecinos y menos aún sin consultarles la necesidad de iniciar obras de la mayor envergadura, sin planificación escalonada alguna.

El alcalde Canales, por último, ha anunciado que modificará la icónica pileta ubicada al iniciarse el conocido parque Kennedy, allí donde confluyen las cinco avenidas más transitadas, para llenarla de luces y adornarla con juegos de agua a colores.

Los hechos señalados son demoledores. El alcalde Canales, entonces, solo debe contestar públicamente un par de preguntas: ¿Cuánto están costando las obras ejecutadas, incluido el puente de Miraflores a Barranco, considerando el costo de las grúas durante los meses que no se usaron; y si los contratos celebrados quedarán impunes?    

*Abogado y fundador del original Foro Democrático

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