La suma de todos los miedos

Escribe Manuel Eráusquin | Extorsiones, sicariato y una violencia delincuencial que sigue creciendo. ¿El gobierno? Irresponsablemente demagogo.

por Manuel Erausquin

Hay una irresponsabilidad por parte del gobierno de Dina Boluarte que es espeluznante: no existe la real intención de afrontar la delincuencia con genuina determinación; solo apela a medidas demagógicas, como sacar a los militares a las calles o declarar estados de emergencia. Y, claro, no pasa nada.

Mientras tanto, lo que sí ocurre de manera evidente es el aumento de la criminalidad: 503 homicidios hasta marzo, según el Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF). Lima lidera esa lista hasta ese mes en el país, con 173 casos. Además, según el Sistema de Información de Denuncias Policiales (SIDPOL), se tiene el registro de los cuatro primeros meses del año, con 9.097 denuncias por extorsión en todo el Perú. Un número que supera en ese mismo periodo a los años 2023 (6.321) y 2024 (7.632). Es decir, el crimen aumenta de forma exponencial en todas sus modalidades y la capacidad de respuesta es nula. El horror ha llegado y no hay qué ni quién nos salve. Esa es nuestra realidad.

Lo que tenemos solo son maniobras distractivas y mucha teatralidad del gobierno de la señora Boluarte: soldados paseándose por la ciudad con armamento de guerra y con cero preparación para una contingencia urbana. A eso se suma que no representan ningún tipo de disuasión contra los delincuentes: las extorsiones se realizan por mensajes desde los celulares, y los ajustes de cuentas son rápidos y letales: motociclistas armados disparan a quemarropa a sus víctimas a plena luz del día y en cualquier distrito. Las Fuerzas Armadas, en este contexto, solo son soldaditos de plomo.

Lo que el gobierno de la señora Boluarte no dice, pues no tiene el liderazgo, es que la solución a este drama nacional pasa por varios aspectos, no uno. Esa es la realidad cuando el problema es tan grave. Sin embargo, hay uno que es central: emprender una reforma integral en la policía. No hay manera de vencer a estas bandas criminales si no tenemos efectivos policiales altamente capacitados desde las escuelas de suboficiales y oficiales. Eso es la base de todo.

Lo otro apunta a la conformación de grupos de élite en distintos ámbitos de las tareas policiales, por ejemplo, unidades de inteligencia dotadas del personal y la tecnología necesaria para sus intervenciones. A eso se complementa la creación de una policía de alto perfil, dedicada a operaciones especiales. Un ejemplo ilustrativo en cuanto a los roles que cumple este tipo de agentes y a su preparación es el BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) de Río de Janeiro: una policía militar dedicada a intervenir en situaciones de alto riesgo. Eso es lo que se necesita.

La creación del BOPE en 1978 se debió al desborde de las bandas criminales y al control que ejercían en varias partes de la ciudad de Río de Janeiro. Quedaba muy claro que la policía y los efectivos militares tradicionales eran rebasados por la criminalidad organizada. El mal era demasiado grande; por eso mismo, esta línea de acción de la policía de esa ciudad se diseña para trabajar con estrategias y tácticas avanzadas, como utilizar armamento sofisticado y de alto poder. Son especialistas en tácticas de guerra urbana, lo que no son nuestros “soldaditos”, que se pasean con su nula preparación para estos desafíos.

Sin embargo, no todo es perfecto: el BOPE también ha sido acusado por delitos de lesa humanidad en algunas incursiones en las favelas. Un tema controversial que requiere revisarse, pues, de llegar a tener una unidad de élite de estas características, es esencial que la institucionalidad y la ley se cumpla. Tiene que ser parte irrenunciable de la formación: los detenidos son entregados para que se les juzgue, no son ejecutados extrajudicialmente.

Ahora, y es importante señalarlo, este tipo de medidas que responden a una reforma tan grande y transversal en nuestra policía representan una gran inversión. Policías mal pagados y sin entrenamiento adecuado no serán de ayuda; estarán expuestos a la corrupción o a la imposibilidad de tener éxito. Esto es así de claro.

Una decisión que también expresa un punto de quiebre en cuanto a la historia de nuestra policía; no se ha dado un cambio de esa magnitud, ni siquiera cuando Sendero Luminoso y el MRTA existían, porque el GEIN nunca fue el BOPE. No confundir.

Pero el escenario actual nos muestra que no podemos seguir como estamos: arrojados al horror de que todos los días alguien sea asesinado por extorsiones y todavía no haya respuestas determinantes. Ni siquiera los niños están libres, como el pequeño Antuan Salvador Pastor Ayala, de apenas seis años, quien fue atravesado por una bala a la altura de su columna vertebral en medio de una balacera para asesinar al chofer de la combi en la que viajaba con su madre y su hermano menor. Una desgracia irreparable.

El gran drama será que continúen estas desgracias por no tener un gobierno, un Estado capaz de responder. Por eso, sin decisiones concluyentes, el país estará condenado a la suma de todos los miedos.

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