Caretas TV

Patricia Salinas

Periodista de gran trayectoria y ahora columnista en Caretas.


El Gran Chef, El Restaurante

Escribe: Patricia Salinas O.| La nueva temporada del popular programa de Latina que incluye comensales, no encuentra un equilibrio.

Hay una frase que dice: “si funciona, no lo cambies”. Un caso emblemático es  el intento de cambio de la fórmula de la Coca-Cola en 1985, que aunque era líder ante Pepsi, estaba perdiendo ciertas posiciones. Decidieron cambiar su sabor a otro más dulce y lo contrastaron con pruebas a ojos vendados con 200 mil personas. Así sacaron al mercado la ‘New Coke’ y el fracaso fue estrepitoso, pues no tuvieron en cuenta el vínculo de millones de personas con la identidad de la marca. Tan solo tres meses después y aproximadamente 4 millones de dólares perdidos, la compañía se vio obligada a volver a la fórmula de siempre: Coca-Cola Classic.

Lo mismo está sucediendo con El gran chef famosos. Funcionó mucho mejor de lo que los propios ejecutivos de Latina habían imaginado y pese a que después de un par de temporadas, pensaron reemplazarlo por un reality de convivencia (que todavía sigue en stand bye). Pronto se  dieron cuenta de que era la gallinita de los huevos de oro del canal, con cada vez más y más auspiciadores, y una suerte de símbolo de lo que quieren presentar como ‘el canal familiar’. Entonces para no cansar al público, comenzaron los experimentos. Digamos que alguna que otra variación, como la de poner equipos de dos personas, es algo que el formato puede aguantar, pero en esta temporada que han denominado El gran chef, el restaurante, el programa no fluye, al extremo que un día retroceden y al otro vuelven a intentarlo (sin contar con que hasta ahora tampoco deciden en qué horario se va a quedar: hay días que sale a las 7:25 p.m.y otros 7:45)

La primera dificultad en ‘el restaurante’, es que los concursantes, que ya se sabe, no son expertos cocineros, ni mucho menos, tienen que cocinar para varias mesas de ‘comensales’, quienes llegan hasta ahí solo porque hicieron su cola y quieren aparecer en televisión, pero que inexplicablemente tienen voz y voto. Ellos no solo deciden quien ha hecho el mejor y el peor primer plato, sino también algunos de los nombres de los que pasan o no a sentencia. Los miembros del jurado, apenas pueden salvar a dos o tres, según sea el caso, lo cual no tiene sentido, pues al fin y al cabo ellos son los especialistas. Pero ¿qué autoridad pueden tener personas equis para decir quién cocina mejor?

Por otro lado, cocinar para tantas personas no es fácil, lo que ha hecho que varios de los participantes de esta temporada pierdan el control y tengan, incluso, ataques de pánico, así que luego de tres días se decidió ‘cerrar el restaurante’, y el formato volvió a su versión original, lo que parecía definitivo. Sin embargo el sábado, inexplicablemente, han insistido con la fórmula de volver a ‘abrir’ el restaurante, con lo que ha regresado el caos. Y esta semana comenzaron trayendo refuerzos de otras temporadas, porque los concursantes de esta, no dan la talla.

Y a propósito de eso, otra cosa que resulta chocante es la forma que tiene Javier Masías cuando se dirige a los partcipantes; si bien sabemos que cumple el papel del malo de la película, en esta edición se está pasando de la raya, llegando a faltar el respeto a varios concursantes, entre ellos Emilram Cossío, por ejemplo, a quien le dijo en su primer día “Esto me parece muy insultante y bajo ningún criterio invitaría a alguien a mi casa para darle esta porquería. De todo corazón creo que deberías desaparecer rapidamente de esta competencia”. Actitud que, además, es imitada por algunos de los comensales que quieren hacerse famosos en los pocos minutos que aparecen en televisión. Si quieren, realmente, ser un canal familiar, no pueden mostrarle a los niños que ven el programa que alguien llama ‘porquería’ a la comida. No en un país, donde tanta gente no tiene un pan para llevarse a la boca. Mucho cuidado con eso.