La caída de una mujer que se movía con aparente normalidad por los distritos de Lima Norte terminó revelando la dimensión real del poder que aún conserva Erick Moreno Hernández, ‘El Monstruo’, jefe de Los Injertos del Cono Norte, pese a estar recluido en un penal de Paraguay. Su nombre: Josselyn Guadalupe Balarezo Moreno, pieza clave para sostener el flujo de dinero que permitía a la organización seguir extorsionando, moviendo fondos dentro y fuera del país, y, como descubrió la Policía, preparar una fuga que ya estaba en marcha.
La intervención ejecutada por la División Contra el Crimen Organizado expuso no solo el rol de Balarezo como administradora de cuentas y recolectora de depósitos ilegales, sino la existencia de una red transnacional que seguía operando con disciplina militar. Con su captura, los investigadores pudieron reconstruir la ruta del dinero, el alcance de las transferencias y la forma en que Moreno continuaba impartiendo órdenes desde la cárcel.
La mujer que manejaba un millón de soles sin levantar sospechas
Aunque carecía de empleo formal, Balarezo movía sumas que superaban el millón de soles en cuestión de meses. Según la PNP, su trabajo consistía en abrir cuentas, recibir depósitos de cobradores y retirar el efectivo que luego distribuía siguiendo instrucciones directas del cabecilla.
La señal definitiva surgió el 22 de noviembre, cuando cámaras de seguridad registraron que retiraba S/ 50 mil de una agencia bancaria. Ese monto correspondía —según las pesquisas— a pagos extorsivos cobrados a transportistas de Comas, Carabayllo y Puente Piedra. El video aceleró la intervención: la Policía concluyó que la estructura financiera de Los Injertos seguía intacta y operando bajo la supervisión de ‘El Monstruo’.
Vínculos internacionales: entregas secretas en Brasil y coordinación desde prisión
La información obtenida tras la detención permitió confirmar que Balarezo no era solo una operadora local: también cumplía tareas de enlace exterior. En los últimos meses había viajado a São Paulo e Iguazú, donde entregó miles de dólares en efectivo a emisarios asignados por Moreno Hernández. Los montos, que llegaban a US$ 10 mil por viaje, servían para financiar gastos logísticos, pagos a colaboradores y la permanencia clandestina del cabecilla antes de su captura en Paraguay.
Las autoridades también determinaron que Moreno realizaba videollamadas periódicas desde el penal, con apoyo de un custodio. En esas comunicaciones coordinaba cobros, rutas, pagos y —como reveló la detenida— su salida irregular del establecimiento penitenciario.
El plan de fuga: autolesión, ambulancia y un rescate armado
De acuerdo con la declaración de Balarezo, el jefe criminal había diseñado una estrategia que incluía provocarse lesiones graves para justificar su traslado a un hospital. Una vez fuera del penal, un grupo de sicarios peruanos —que ya habría recibido pago— interceptaría la ambulancia en un tramo de menor seguridad y ejecutaría el rescate.
La PNP compartió esta información de inmediato con las autoridades paraguayas, que reforzaron la vigilancia y revaluaron los movimientos internos del penal. El testimonio de la operadora permitió concluir que la fuga no era una idea aislada, sino un plan avanzado y financiado con los ingresos obtenidos mediante extorsión en Lima.
Golpe estructural a Los Injertos del Cono Norte
La captura de Balarezo representa uno de los golpes más importantes contra la red en los últimos meses. Con ella fuera de circulación, la Policía considera que la organización pierde a la persona que mantenía el equilibrio económico entre los cobros locales, los pagos al extranjero y la manutención de operadores delictivos.
Para los investigadores, detener a la administradora financiera significa:
- Cortar el flujo de dinero hacia Paraguay y Brasil.
- Exponer el mecanismo de extorsión a transportistas.
- Impedir la continuidad del plan de fuga.
- Identificar a colaboradores internos del penal paraguayo.
La investigación continúa para determinar el número exacto de personas involucradas en el financiamiento ilegal y en las coordinaciones que mantenían a ‘El Monstruo’ como jefe operativo incluso desde fuera del país.