La madrugada sorprendió a los vecinos de Pucallpa con un diluvio que transformó la rutina en emergencia. En menos de una hora, las calles de Callería, uno de los distritos más poblados de Ucayali, quedaron convertidas en ríos improvisados. El nivel del agua alcanzó hasta 50 centímetros en algunas zonas, ingresando sin piedad a las viviendas y forzando a los moradores a salvar lo poco que podían: refrigeradoras sobre sillas, mototaxis sostenidos por maderas y familias enteras retirando agua con baldes.
La escena, repetida año tras año, refleja un problema estructural: la vulnerabilidad urbana frente a lluvias intensas y la precariedad del sistema de drenaje. La falta de planificación urbana convierte cada tormenta en un desastre anunciado.
Calles convertidas en ríos
De acuerdo con los reportes ciudadanos, las principales zonas afectadas fueron la segunda cuadra del jirón Salvador Allende y su intersección con el jirón Unión, donde el agua superó los 40 centímetros. En algunos barrios, los vecinos denunciaron que, tras solo 30 minutos de precipitación continua, las casas ya se encontraban anegadas.
Las imágenes compartidas muestran mototaxis atascados en medio de calles cubiertas de agua, viviendas con pisos convertidos en lagunas y vecinos que no podían siquiera abrir sus puertas porque la presión del agua lo impedía. En otras viviendas, los moradores se vieron obligados a levantar camas, colchones y cocinas para evitar que quedaran inservibles.
El agua estancada permaneció varias horas después de la tormenta, lo que complicó las tareas de limpieza y aumentó el riesgo de enfermedades como dengue, leptospirosis y diarreas, que suelen dispararse en escenarios de inundación.
Falta de drenaje y basura: una combinación fatal
Los testimonios recogidos en la zona apuntan a un mismo factor: el colapso de los buzones de desagüe. La acumulación de basura en cunetas y desagües obstruyó el flujo normal del agua, que terminó rebalsando hacia calles y viviendas.
En varios puntos, la basura flotaba mezclada con el agua de lluvia, generando focos de contaminación y mal olor. “El agua entró como si fuera río, y no hay por dónde salga. Los desagües están llenos de botellas y bolsas”, declaró un vecino de Callería.
La deficiencia en infraestructura de drenaje no es nueva. Pucallpa arrastra años de rezago en obras de saneamiento y drenaje pluvial, pese a que cada temporada de lluvias repite la misma historia. Expertos en gestión urbana señalan que la ciudad creció rápido y de manera desordenada, lo que hace imposible responder con eficacia a fenómenos naturales previsibles.
¿Qué medidas se están tomando?
La pregunta que se hacen los vecinos es clara: ¿qué harán las autoridades para evitar que la próxima lluvia vuelva a dejar la ciudad bajo el agua?
Hasta el cierre de esta nota, no se había emitido un pronunciamiento oficial de la Municipalidad Provincial de Coronel Portillo ni del Gobierno Regional de Ucayali. Sin embargo, Defensa Civil local inició un registro de daños y exhortó a las familias a retirar el agua acumulada para evitar focos de infección.
En paralelo, especialistas sugieren medidas urgentes como la limpieza de cunetas, la construcción de canales de evacuación pluvial y la implementación de sistemas de alerta temprana que permitan a los vecinos reaccionar antes de que el agua ingrese a sus viviendas. Pero la verdadera solución, advierten, pasa por un plan integral de infraestructura urbana resiliente al cambio climático.
Una ciudad en riesgo
Pucallpa es una de las principales ciudades amazónicas del Perú, con más de 300 mil habitantes y una dinámica económica ligada al comercio, transporte y agricultura. Sin embargo, su ubicación geográfica y su infraestructura limitada la hacen altamente vulnerable a lluvias torrenciales.
En los últimos años, los reportes de inundaciones se han vuelto frecuentes. Los expertos coinciden en que el cambio climático intensificará la frecuencia de lluvias extremas en la Amazonía, lo que significa que episodios como el de Callería no son hechos aislados, sino la antesala de una crisis mayor.
Los vecinos, por ahora, sobreviven como pueden: levantando sus pertenencias con maderas y rezando para que el agua no vuelva con la próxima tormenta. Pero la pregunta de fondo permanece: ¿seguirá Pucallpa condenada a flotar cada vez que llueva?