Por Dirk Friczewsky, ActivTrades.
No han pasado ni dos semanas desde que la acción de Tesla alcanzó los 367,71 dólares. Desde entonces, el desplome ha sido vertiginoso. La causa ya no es solo bursátil: el hombre más rico del mundo y el más poderoso del planeta están en plena guerra abierta. Elon Musk y el presidente Donald Trump han pasado del apoyo mutuo al enfrentamiento frontal, con consecuencias que ya se sienten en los mercados.
El desencadenante fue el nuevo paquete de recortes fiscales impulsado por Trump, con un impacto proyectado de más de 2 billones de dólares en la deuda pública estadounidense en la próxima década. Musk, que invirtió fuertemente en el retorno político de Trump —y le ofreció visibilidad masiva a través de su plataforma X (ex Twitter)—, reaccionó con furia al ver que el nuevo plan eliminaba los incentivos fiscales para la compra de vehículos eléctricos (BEVs), una medida que golpea directamente el corazón del negocio de Tesla.
Desde entonces, ambos protagonizan un cruce cada vez más violento de acusaciones. Trump, desde Truth Social, lanzó la amenaza de cortar todo tipo de fondos federales a las empresas de Musk, incluidas Tesla y SpaceX. Y no es un farol: además de contratos gubernamentales, estas compañías se benefician de incentivos tributarios como el crédito de 7.500 dólares por vehículo eléctrico vendido. “Así es como se pueden ahorrar miles de millones de golpe”, dijo el presidente, dejando clara su intención de usar el poder del Estado como arma de presión.
Pero Musk también sabe pelear. Desde X, dejó caer una bomba: insinuó que Trump estaría vinculado a los casos de Jeffrey Epstein y que esa sería la verdadera razón detrás del bloqueo a la publicación de ciertos archivos. La acusación, sin pruebas, pero con máxima viralidad, elevó el conflicto a niveles peligrosos.
Este enfrentamiento no es solo una disputa de egos. Para Musk, la caída de las acciones de Tesla implica riesgos financieros directos: muchos de sus préstamos personales están respaldados por acciones de la empresa. Si el precio baja demasiado, necesitará aportar más garantías o enfrentar consecuencias legales. En juego no está solo su fortuna, sino la estabilidad bursátil de una de las compañías más emblemáticas del mundo tecnológico.
¿Podrá calmarse esta tormenta o estamos ante una nueva escalada? Algunos analistas invocan la teoría del “TACO”, una expresión que popularizó Robert Armstrong, columnista de Financial Times, y que alude al patrón de conducta del expresidente: Trump Always Chickens Out, o en criollo, “Trump siempre se echa para atrás”. Primero lanza la amenaza —en este caso, los aranceles o recortes de fondos— y luego la va retirando, paso a paso, hasta dejarla sin efecto.
Si ese patrón se repite y Trump decide reconciliarse con Musk en los próximos días, los inversionistas más arriesgados podrían estar frente a una jugada de miles de millones en ganancias. Sería, como lo bautizan ya algunos operadores, el próximo Mega-TACO Trade.
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