En una tarde cualquiera, alguien termina su relación y, antes de contarle a su mejor amiga o llamar a su psicólogo, le escribe al confiable ChatGPT. Del otro lado, un chatbot, alimentado por una cantidad descomunal de información, responde con delicadeza: “Tómate tu tiempo para sanar. Estás en un nuevo comienzo”. Qué alivio. Esta escena, digna de una película con pantallas flotantes y humanos introspectivos, ya no es ciencia ficción. Es 2025, y cada vez más jóvenes hablan con una máquina sobre sus emociones.
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