El TikTok de la Cárcel

La hora final para el expresidente Martín Vizcarra se va marcando con el tic tac de una bomba de tiempo. Audiencia tras audiencia va quedando claro que el entonces gobernador de Moquegua sí recibió una millonaria coima de dos consorcios del “Club de la Construcción”. Sus cómplices e intermediarios del soborno entregaron pruebas y ahora lo están delatando públicamente, acogidos a la colaboración eficaz. Los gestos y la angustia de Vizcarra son inocultables conforme se acerca el momento estelar de la sentencia.

por asistentemk

Por: CARLOS PAREDES *

José Manuel Hernández Caderón, exministro de Agricultura y uno de los testigos estelares de la etapa final del juicio oral contra Martín Vizcarra se presentó el martes último y terminó de dinamitar los débiles diques de la defensa del procesado exgobernador de Moquegua. Aunque Erwin Siccha Pérez, el impulsivo abogado de Vizcarra, hizo su mejor esfuerzo en hacerle preguntas capciosas o deliberadamente falaces, el relato del intermediario de las coimas confirmó el cúmulo de pruebas y testimonios que contiene este voluminoso expediente judicial que le puede costar 15 años de libertad al más tiktokero de nuestros politicastros.

Para los que no están familiarizados con el caso, les sorprendió que Hernández use en su testimonio frases que le decía su examigo o los apodos que usaban en las comunicaciones vía WhatsApp para no ser tan obvios. “Ellos se comen la torta solos” fue la frase que usó el entonces gobernador de Moquegua para reclamar su tajada. Era la primera aproximación del voraz gobernador, que emulaba al mítico Jano, con los representantes de la empresa Ingenieros Civiles y Contratistas Generales S.A. (ICCGSA), uno de los socios del consorcio Moquegua I que, junto con la empresa Incot SAC Contratistas Generales, pugnaba por firmar el contrato por S/ 135 millones para construir la ampliación del hospital de Moquegua. “El amigo del sur”, es la frase que se le ocurrió a Hernández para comunicarle vía WhatsApp a Rafael Granados Cueto, uno de los ingenieros de ICCGSA, que su colega había preguntado por ellos para saber “cómo es” para darles la Buena Pro. Otra conversación de WhatsApp entre Vizcarra y Hernández que se proyectó en la audiencia del martes contenía una frase confirmatoria del delito, escrita por el expresidente: “Ya lo recibí”. Vizcarra comunicaba al intermediario que acababa de recibir el sobre manila que contenía una de las cuotas de la millonaria coima llevada hasta su departamento de San Isidro por el chofer de Hernández, Carlos Aranda Huamán. Dinero en efectivo previamente recogido por Hernández en las oficinas de ICCGSA, también en San Isidro.

El testimonio de José Hernández, el intermediario de las coimas, confirmó el cúmulo de pruebas y testimonios que contiene un voluminoso expediente judicial que le puede costar 15 años de libertad a Martín Vizcarra, el más tiktokero de nuestros politicastros.

Según el colaborador Hernández, que ha sido sentenciado a una pena no efectiva y ha pagado la reparación civil completa, hubo una pregunta de apenas dos sílabas que lo impresionó, porque dice que nunca la había escuchado en los cincuenta años que tenía en el rubro construcciones: ¿Son gente seria? Vizcarra se refería a que, si eran serios para honrar tratos de palabra, como tienen que ser los acuerdos de la corrupción. Que se pagan con dinero en efectivo, a hurtadillas y que, en lo posible deben evitar los testigos. Por supuesto, la regla primigenia es asegurarse que no haya cámaras de seguridad y menos váuchers, boletas o facturas.

COIMA CON FACTURA

Sin embargo, el expediente penal por corrupción, en el gobierno regional de Vizcarra en Moquegua, sí contiene una factura por una coima anticipada. Se trata de la factura con la que la empresa Obrainsa puede probar que pagó a la empresa Aerotransporte S.A. (ATSA) por el alquiler de un avión chárter contratado a pedido de Vizcarra, quien por escrito solicitó la aeronave para trasladar a una delegación del gobierno de Bolivia de Lima a Ilo ida y vuelta. Esa comisión boliviana la encabezaba el entonces ministro de Economía de Evo Morales, Luis Arce Catacora, hoy presidente enemistado con su exjefe. Vizcarra escribió en un correo electrónico de su cuenta corporativa del Gore Moquegua que ese gasto de Obrainsa iba “a cuenta de lo acordado”. Y lo acordado era que el consorcio Obrainsa-Astaldi tenía que pagar el 2 % del costo directo de la obra “Lomas de Ilo” (1 millón de soles) como coima para asegurarse la firma del contrato de este canal de irrigación que, más de una década después de licitarse, no ha llevado una sola gota de agua desde las alturas de Moquegua hasta los arenales del puerto de Ilo, como estaba previsto. No solo se ha gastado el doble del presupuesto inicial calculado, también se ha perjudicado a decenas de pequeños y medianos empresarios que compraron tierras en este proyecto agroindustrial que, se supone, iba a generarse en esos arenales de Ilo. Las tuberías han colapsado debajo de la tierra, no está asegurado el abastecimiento del agua que iba a transcurrir por esos tubos y no hay más plata para retomar el proyecto. En suma, una millonaria estafa que tiene como principal responsable al hombre que ahora todo lo resume a videos subnormales que sube a TikTok, como si se sintiese orgulloso de haber defraudado a su pueblo y quebrar a empresarios de la región. De haber traicionado el mandato popular de Moquegua.

SOLO SE HA PROBADO

“MEDIO DELITO”

Esta sesuda e innovadora tesis de la dogmática penal vanguardista la sostiene la abogada Rosa María Palacios. Según ella, el fiscal Germán Juárez Atoche solo ha podido probar fehacientemente que el dinero de los sobornos (S/ 2.3 millones) sí salió de las cuentas de los dos consorcios que terminaron firmando contratos para construir Lomas de Ilo y la ampliación del Hospital de Moquegua. Pero, según RMP, Juárez Atoche no ha probado que este soborno haya llegado realmente a manos de Vizcarra. Palacios y todos los acólitos del expresidente exigen la prueba mayor de la corrupción haciéndose reiteradamente estas preguntas: ¿Dónde está la cuenta bancaria?, ¿a qué hora me muestran el video donde se ve a Vizcarra recibiendo los fajos en billetes de 200 soles?, ¿en qué lugar guarda los millones de soles acumulados en sus años de gobernador regional y presidente reemplazante? Si aceptáramos la peregrina tesis penal de la experta en Media Training, poquísimos casos de corrupción terminarían en sentencias judiciales porque, precisamente, si hay algo oscuro y clandestino son los pagos de sobornos. Nadie pide factura por la coima que recibe. Salvo Vizcarra. Que, como hemos explicado, sí pidió por escrito una coima prepagada en especie. El problema para Vizcarra y sus entusiastas defensores es que, a diferencia de los demás casos de corrupción que investiga el Equipo Especial Lava Jato, este solo tiene un imputado (Vizcarra), todos sus cómplices se han acogido a la colaboración eficaz aportando pruebas (facturas, cheques, váuchers, teléfonos celulares, peritajes, etc.), los testimonios son consistentes y uniformes de decenas de testigos y, lo más importante, las comunicaciones de WhatsApp entre el corrupto funcionario que pidió coimas a cambio de entregar obras públicas (Vizcarra), y el intermediario en uno de esos sobornos (Hernández) son explícitos y están premunidos de un sistema inobjetable de ubicación, como es la geolocalización de sus respectivos teléfonos celulares. En cualquier sistema penal medianamente sensato, este arsenal de pruebas, testimonios e instrumentos técnicos llevarían a la conclusión de que sí se produjo el soborno. Tan monumental como la estafa de Lomas de Ilo. Pero para Vizcarra y su incondicional barra de Media Trainers, periodistas, opinólogos y politicastros todo se reduce al ridículo del TikTok. A la desfachatez como forma de vida. Al cinismo como arma política.   

* Autor del libro “El perfil del Lagarto”.

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