La presidenta Dina Boluarte aprovechó su intervención en la ceremonia de transferencia de la presidencia de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep) para reafirmar el compromiso de su gobierno con el desarrollo económico del país. En su discurso, destacó logros como la reactivación de la economía, un crecimiento proyectado de más del 4% para 2025, y la importancia de seguir trabajando de la mano con el sector privado para generar empleo y reducir la pobreza.
No obstante, mientras la mandataria resalta cifras optimistas de crecimiento, muchos sectores de la sociedad siguen cuestionando la efectividad de sus políticas sociales, particularmente en áreas críticas como la lucha contra la anemia infantil y la mejora de la infraestructura básica. En sus palabras, la presidenta reiteró la urgencia de construir viviendas sociales y de combatir la desnutrición, pero hasta la fecha estos problemas siguen siendo desafíos persistentes, sin soluciones definitivas a la vista.
El discurso de Boluarte se centró en la reactivación económica y el impulso a grandes proyectos, pero la realidad en el terreno sigue siendo otra. Miles de peruanos aún enfrentan dificultades para acceder a servicios básicos como salud, educación y vivienda. Las políticas públicas en áreas como la educación y la salud continúan siendo insuficientes para atender la magnitud de los problemas, dejando a muchos ciudadanos a la espera de un cambio tangible en sus condiciones de vida.
Un crecimiento que no llega a todos
La presidenta también mencionó el importante esfuerzo de los empresarios que apuestan por el país, pero este optimismo económico contrasta con la realidad de muchas regiones del Perú, donde la falta de inversión en infraestructura básica y proyectos sociales sigue siendo un obstáculo para el desarrollo local. Mientras se celebra el crecimiento en el Producto Bruto Interno (PBI), la desigualdad entre las regiones más pobres y las más desarrolladas sigue siendo alarmante.
Aunque el gobierno se ha comprometido a continuar con grandes proyectos de infraestructura y mejorar las exportaciones a través de los hubs portuarios, las promesas de crecimiento económico han generado más dudas que certezas en los sectores más vulnerables de la población. ¿De qué sirve un crecimiento del PBI si este no se traduce en una mejor calidad de vida para las familias peruanas que más lo necesitan?