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La pregunta no tiene nada de agraviante. Es sí, desafiante y hasta transgresora. Para responderla es necesario combinar dos nombres y un documento histórico: San Francisco de Asís, la encíclica Rerum Novarum y el Papa Francisco. Pero hay, además, un personaje central, ampliamente reconocido: el escritor español Javier Cercas, autor de un reciente libro bajo el sugestivo título de El loco de Dios en el fin del mundo.
La historia es simplemente alucinante. Javier Cercas, un declarado ateo y enemigo de los curas, es convocado por el Vaticano para escribir un libro acerca de la iglesia católica, sin ninguna restricción. Es más, al aceptar el encargo, el escritor Cercas solo pide como condición conversar brevemente con el Papa Francisco para hacerle una pregunta: si su madre, una vez que muera, se encontrará con su padre, ya fallecido. En otras palabras, quiere confirmarle a su madre si hay otra vida después de la muerte.
El libro, que el propio autor define como inclasificable, pues es una mezcla de relato, crónica, ensayo y novela, escrito con la más exquisita prosa, puede sintetizarse –es un decir– en la singularidad de Jorge Bergoglio cuando acepta ser Papa y llamarse Francisco. En los más de dos mil años de la iglesia católica, no hubo ningún pontífice que adoptara ese nombre, en memoria de San Francisco de Asís, a quien se le conocía como el “loco” de Dios, cuya característica fundamental fue la humildad. Y eso fue lo que hizo el Papa Francisco hasta su fallecimiento: ser humilde. Precisamente por su humildad de servir y abrir la iglesia para todos y, en especial, para los más desposeídos, y por su permanente invocación a la paz, sus críticas a los que denigran, y su amplia disposición para sancionar y terminar con los abusos sexuales, fue objeto de diversos insultos y no menos estigmatizaciones. Se llegó al colmo de decir que el Papa Francisco era el demonio personificado. Sin embargo, todo eso quedó ampliamente superado cuando el mundo entero, de un extremo a otro, le rindió tributo cuando falleció.
Ahora hay un nuevo Pontífice. Ha decidido llamarse León XIV y lo ha hecho, según ha declarado, para seguir el camino del Papa Francisco y, principalmente, aquel que en su momento trazó su antecesor, León XIII, con su célebre encíclica Rerum Novarum: mediar el enfrentamiento entre el capital y el trabajo, introduciendo el concepto de justicia social. Eran los tiempos de la revolución capitalista.
León XIV lo que está anunciando entonces es, otra vez, que la iglesia católica atienda las cosas nuevas, aquellas que la humanidad ya empezó a enfrentar: la pérdida masiva de empleos ante el desarrollo de la automatización y la inteligencia artificial; el vertiginoso progreso de la virtualidad y sus efectos sociales; el inusitado incremento de la polarización en todo orden de cosas; el resurgimiento de los nacionalismos populistas y sus consecuencias. Todo comprendido en el concepto del amor al prójimo que conlleva el mensaje de Cristo.
Es difícil saber si León XIV será otro “loco” de Dios, pero pareciera que tiene ganas. ¿Habrá otro Javier Cercas para contárnoslo?
*Abogado y fundador del original Foro Democrático.