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    En el 663 de la avenida comandante Espinar está Chicho, un restaurante que ha sido una grata sorpresa descubrir. Estoy seguro que va a gustar a quienes buscan cocina peruana con alma y memoria. El restaurante es la casa del chef Augusto Baldoceda, un espacio donde la tradición familiar se come con cuchara y cada plato cuenta una historia.
    Con una sólida trayectoria en los fogones y una sensibilidad especial para reinterpretar sabores de infancia, Baldoceda ha sabido ganarse un lugar en la escena gastronómica local a base de honestidad, técnica y mucho corazón. Su propuesta no solo rescata lo esencial de la cocina criolla, sino que la presenta con un lenguaje contemporáneo, sin perder el vínculo con sus raíces.

    La nueva carta de otoño es un buen ejemplo; en esta hace un homenaje íntimo y sabroso a su familia, donde cada preparación evoca recuerdos y personajes entrañables. Uno de los platos más conmovedores es el arroz con chancho de don José, un guiso espeso, profundo y fragante que rinde tributo a su abuelo. Cocido a fuego lento, con trozos generosos de cerdo adobado y ese punto exacto de arroz meloso, es un plato que invita a comer hasta el último grano.
    También destaca de esta carta la pasta de doña Grice, su abuela materna, ella también le inculcó la pasión por comer bien. Es una pasta cremosa con sabores intensos, creados por la combinación de productos de la selva peruana, la cocona y la cecina son protagonistas, es de esos platos que al principio generan dudas, pero después del primer bocado es imposible parar de comer.

    El ceviche en dos tiempos es un plato creativo que sorprende, esa mezcla de frio y tibio que confiere a los sabores algo especial, una leche de tigre muy bien lograda, con la acidez necesaria para disfrutar de una gran entrada.
    Como dije antes en Chicho se come con cuchara, con ganas, con recuerdos. El chef promueve esta forma de abordar los platos como una reivindicación del calor de hogar y la comida de olla, esa que no necesita ornamentos para emocionar.
    Acompañan la experiencia dos joyas de la casa, la cerveza artesanal Vehemente, creada por el propio chef con notas robustas que maridan a la perfección con los platos de fondo, y el pisco Criolla, una edición especial que resume en cada sorbo la elegancia y fuerza de la tradición.

    Este restaurante ha ganado mucha fuerza gracias a la presencia del chef en las redes sociales, sin embargo, antes de ir a comer ya varios de mis amigos me habían contado de lo bueno que está y la sorpresa grata que recibían en cada visita. Y es que, el boca a boca siempre seguirá siendo un gran referente.

    Tiradito Pimentel

    Es un restaurante al que iría a comer con un amigo y al que llevaría a alguien que come comida peruana por primera vez. Es un sitio grato con un ambiente divertido y una atención muy digna. Abre de lunes a domingo desde muy temprano y los fines de semana, con seguridad, toca esperar por una mesa para desayunar. Paciencia porque estoy seguro que valdrá la pena la espera. La satisfacción está garantizada. n

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