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Por: EDUARDO BRUCE MONTES DE OCA*
¿Qué es y cómo nace el wokismo?
El wokismo es un término utilizado, a menudo de manera despectiva, para referirse a una ideología basada en la conciencia y el activismo en torno a temas de justicia social, equidad racial, derechos de género y otras causas progresistas. Proviene del término inglés woke (“despierto”), que era usado en comunidades afroamericanas para describir a quienes estaban atentos a la injusticia social y la discriminación.
El año 2014 fue clave para la expansión del wokismo, especialmente en su relación con el movimiento Black Lives Matter (BLM) y las denuncias de abuso policial contra ciudadanos afrodescendientes. La muerte de Michael Brown y Eric Garner a manos de policías blancos desató protestas masivas contra la brutalidad policial y consolidó a BLM como un movimiento nacional.
El wokismo se globalizó en 2014 gracias a las redes sociales y las manifestaciones multitudinarias, haciendo que la expresión stay woke (“mantente despierto”) se asociara con la lucha contra la injusticia racial. Ese año, las universidades de EE. UU. fueron escenarios de protestas contra el racismo, el acoso sexual y la falta de diversidad, donde el discurso woke tomó fuerza.
Con el tiempo, el término se amplió para abarcar otras causas progresistas como el feminismo, los derechos LGBTQ+, el ambientalismo y la equidad de género. Woke dejó de ser exclusivo de la comunidad afroamericana y se convirtió en un símbolo de conciencia social promovido por celebridades y activistas en redes sociales.
Críticas al wokismo
Los argumentos en contra del woke (o wokismo) provienen principalmente de sectores conservadores, pero también de algunos progresistas que critican ciertos excesos. Entre las principales objeciones se encuentra la imposición ideológica y la censura, pues se argumenta que el wokismo no solo busca concienciar sobre injusticias, sino que impone una visión única de la realidad. También se critica la llamada “cultura de la cancelación”, en la que personas y empresas son castigadas social o laboralmente por no adherirse a ciertas posturas progresistas.
Otro punto cuestionado es el exceso de corrección política, ya que algunos consideran que el wokismo la lleva a tal extremo que limita la libertad de expresión. Se denuncia que el miedo a ofender impide debates abiertos y honestos sobre temas sensibles. Además, se argumenta que el wokismo puede fomentar la división social y racial, pues en lugar de promover la unidad, refuerza diferencias de raza, género e identidad, generando resentimiento y polarización social.
El ataque al mérito individual es otra preocupación. Se argumenta que, en nombre de la equidad (equity), el wokismo minimiza la importancia del esfuerzo y la responsabilidad personal. Asimismo, políticas de diversidad e inclusión pueden ser vistas como injustas si priorizan la identidad sobre el mérito.
En conclusión, las críticas al wokismo varían desde preocupaciones legítimas sobre la libertad de expresión hasta ataques ideológicos contra el progresismo en general. Mientras algunos ven el wokismo como una lucha por la justicia social, otros lo consideran una forma de autoritarismo cultural.
El anti-wokismo en el mundo
El anti-wokismo ha sido impulsado por diversas figuras políticas, mediáticas y empresariales. En EE. UU., Donald Trump ha criticado la cultura de la cancelación y la teoría crítica de la raza, mientras que Elon Musk, dueño de X (antes Twitter), ha denunciado el wokismo como una forma de censura. En Europa, Giorgia Meloni (Italia) y Viktor Orbán (Hungría) han rechazado la ideología de género y promovido políticas conservadoras. En Argentina, Javier Milei ha calificado el wokismo como colectivista y contrario a la meritocracia. Estas figuras han convertido el anti-wokismo en un movimiento global contra las políticas progresistas.
El caviarismo y el wokismo en el Perú
Al desplomarse el gobierno fujimorista a finales del siglo XX, surgió en el Perú una corriente política y social progresista con gran fuerza. Se trató de un movimiento pendular hacia la vigencia de los derechos humanos, como reacción al fin de un gobierno autoritario. Quienes hubieran criticado ese giro enmudecieron por haber sido, de alguna manera, partícipes de las políticas fujimoristas, temerosos de ser perseguidos por la ley. Pasados los años, esa ultraderecha ha recuperado presencia en la esfera pública, en parte apoyada por la corriente mundial anti-wokismo.
Sin embargo, ha sido el movimiento “Con mis hijos no te metas” quien ha impulsado con mayor fuerza el anti-wokismo en el Perú, basándose en los valores religiosos tradicionales de una sociedad mayoritariamente creyente que rechaza ciertos cambios. El wokismo, por su parte, promueve una sociedad secular sin privilegios religiosos en las políticas públicas. Ambos movimientos se enfrentan en temas de educación, género y valores familiares. Mientras el wokismo apoya la inclusión de temas como la identidad de género en la educación, el movimiento religioso rechaza la educación con perspectiva de género, viéndola como una imposición ideológica.
Por otro lado, el término “caviar” tiene distintas interpretaciones según el país, y en el Perú es usado casi como un insulto. Se emplea para desacreditar a la izquierda política, acusando a los “caviares” de infiltrarse en el Estado para vivir con privilegios y promover ideologías de izquierda. Se dice que el Estado ha sido “capturado” por el caviarismo, volviéndose ineficiente y enredado en debates ideológicos estériles.
No obstante, el término “caviar” no es nuevo en el Perú. Se ha usado desde hace tiempo, aunque en voz baja, ya que no era políticamente correcto. Hoy en día, es parte del debate público, principalmente para desacreditar a la izquierda progresista. Esto ha provocado una fuerte polarización entre la derecha y la izquierda, dejando al centro prácticamente inexistente.
Esa polarización es un reto que debemos enfrentar en la búsqueda de consensos sociales para las elecciones de 2026. Si asumimos que no hay puntos medios, surge la pregunta: ¿qué postura tomará el poblador de la sierra peruana, en lugares como Puno? Difícilmente apoyará una causa ultraderechista o anti-caviar. Una sociedad no puede sobrevivir sin consensos; es necesario crear una agenda pública equilibrada para lograr una convivencia pacífica.
Debemos escucharnos los unos a los otros y hacer el esfuerzo de comprender diferentes perspectivas.