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“Cualquier cosa que hago es noticia”, escribió Marina Gold en una historia de Instagram. En esta, se mostraba que al introducir su nombre en la sección de noticias de Google saltaban titulares variopintos. Algunos recordando su trabajo en el cine para adultos, otros buscando el doble sentido con el afán de alborotar los ánimos de los internautas más lascivos e incluso unos cuantos que hacían eco de opiniones que pasarían desapercibidas si se tratase de otra persona. Aunque esta es una descripción suficiente para explicar su grado de influencia en las redes, hay dos condimentos adicionales que hacen esta dinámica más interesante: el conservadurismo de nuestro país y el morbo.
DE EUROPA A LIMA
Marina nació y creció en Perú, pero pasó gran parte de su adolescencia y primeros años de adultez en España, un país que describe como un epicentro de contradicciones culturales. “En España hay dos corrientes muy fuertes: una que busca liberalizar todo y otra que intenta abolir la industria”, reflexiona. Fue allí donde comenzó su carrera en el cine para adultos, pero también donde descubrió los retos de trabajar en una industria vigilada por restricciones y prejuicios.
En 2024 decidió regresar a Perú. Lo que inició como una visita temporal se transformó en una nueva residencia. “Volví por vacaciones, pero redescubrí a mi familia, a mis amigos y a la comida peruana”, dice con una sonrisa que denota gratitud. Desde entonces, Marina ha hecho de Lima su base, explorando nuevas formas de conectar con su público.
Regresar al Perú también significó redescubrir los matices de su identidad. “Es diferente trabajar aquí. La gente tiene una perspectiva distinta, tanto de mi carrera como de lo que hago en redes sociales”, afirma.
INFLUENCERS Y AUTENTICIDAD
Consciente del potencial que ofrecen las redes sociales, Marina ha incursionado en plataformas como TikTok, YouTube y Kick, donde se ha vinculado con influyentes streamers peruanos. “Al principio dudaba porque no entendía el streaming, pero luego me di cuenta de que podía mostrar una faceta más humana y natural de mí misma”, explica.
Desde cocinar cuyes con influencers tarmeños hasta participar en pichangas femeninas organizadas por creadoras digitales, Marina ha aprovechado cada oportunidad para construir un puente entre su carrera y su personalidad pública. Este enfoque le ha permitido desmitificar su imagen y conectar con una audiencia que busca contenido genuino. “La gente ya no quiere perfección; quiere autenticidad”, asegura.
Más allá de las colaboraciones, Marina reconoce el impacto de la autenticidad en la creación de contenido. “Hoy en día, el público busca identificarse con quienes ven en pantalla. Si no eres genuino, simplemente no conectas”. En su experiencia, esto ha sido clave para diferenciarse en un mercado saturado de influencers.

CONTROVERSIAS Y FUNAS
Si algo caracteriza a Marina es su capacidad para enfrentar las controversias con pragmatismo. “En redes, si te ‘funan’ es porque eres relevante”, dice con un tono casi divertido. Recientemente, sus expresiones sobre el cuy –platillo que confesó no disfrutar– desataron una oleada de críticas. Sin embargo, para ella todo esto es parte de un engranaje publicitario. “Al final, todo es marketing. Las polémicas siempre se traducen en más suscriptores”. Aunque ha enfrentado ataques, tanto virtuales como físicos, en ningún momento ha permitido que la opinión pública la defina.
El debate sobre la convivencia entre el mundo digital y la política tomó un giro inesperado con el caso de Isabel Cajo, creadora de contenido de OnlyFans bajo el nombre de “Isa Toons”, quien trabajó como asesora del Congreso y que derivó en una investigación por una presunta red de prostitución. “El problema no es el trabajo en OnlyFans, sino que ella lo haya combinado con un espacio tradicionalmente percibido como serio”, comenta Marina Gold. Además, no descartó incursionar en la política cuando cumpla el requisito de la edad “Creo que sería gracioso (…) Marquen el 69”, dice entre risas mientras recuerda la campaña de Susy Díaz.
ENTRE VELAS Y FUTUROS INCIERTOS
Detrás de las luces y las pantallas, Marina tiene una pasión que sorprende: la vela. Desde los 12 años, ha competido en campeonatos nacionales y sueña con representar a Perú en una clase olímpica. “Siempre gano algún premio en categoría femenina, pero me gustaría probar con una embarcación de clase olímpica en el futuro”, confiesa. La navegación, para Marina, es más que un deporte; es una forma de reconectar con ella misma lejos del bullicio de su vida mediática.
MIRANDO HACIA ADELANTE
Aunque su trayectoria en el cine para adultos podría extenderse por unos años más, Marina ya contempla otras opciones. Prefiere no revelar sus emprendimientos, pero asegura que está construyendo un futuro que le permita reducir el ritmo de trabajo. “Quiero descansar más, dormir más. Quizá abrir un negocio que no demande tanto de mi tiempo”, admite.
Por ahora, se enfoca en diversificar su público, consolidar su presencia en las redes y seguir luchando contra los estigmas asociados a su carrera. Es consciente, de que en el Perú, un país con profundas raíces conservadoras, el camino no es fácil. Sin embargo, como en las regatas que compite, sabe que las corrientes adversas no son un obstáculo. “Siempre hay espacio para la creatividad y para quienes quieren marcar la diferencia.
Posiblemente las opiniones sobre su persona y trabajo no vayan a cambiar en el corto plazo y ella es consciente de eso. Pero, tal como se lee en una especie de estampa religiosa que tiene su rostro, la frase “No me arrepiento de mis pecados de la carne, arrepiéntete tú si pecas de soberbia”, toma poder. Una manera muy inteligente de lidiar con las innumerables situaciones que trae consigo ser un ícono de esta naturaleza.