Marisol Aguirre conversa mientras el equipo técnico se desplaza cargando la utilería para tener todo listo para el ensayo. Serena, con un temple ganado a punta de escenarios, ensaya las líneas de Esposada, su próximo estreno. La obra, que coprotagoniza con Víctor Prada, retrata una relación abusiva donde se entrecruzan la violencia de género y la corrupción política. “Es un reto emocional y actoral. Estoy haciendo cosas que nunca había hecho sobre el escenario”, confiesa.
UNA OBRA QUE DUELE
No es una exageración. Esposada es una obra de solo dos personajes. No hay pausas posibles ni descanso dramático: todo se sostiene sobre el pulso de los actores. Aguirre lo sabe y lo asume con la seriedad del caso. Lejos de la ligereza de otras obras suyas, esta puesta la ha obligado a sumergirse en textos densos, escenas tensas y una temática dolorosamente vigente. “Creo que va a tocar fibras en muchas mujeres. Ojalá también en muchos políticos”, dice.
El personaje que interpreta está atrapado en un hogar violento, pero el mensaje final es uno de resistencia. Aguirre lo subraya: Esposada es una obra que puede ser detonante para que muchas espectadoras vean una salida posible. Luego de su estreno en Lima, la obra hará una gira nacional. “Si esto puede dar aliento o fuerza para que alguien rompa el silencio, ya valió la pena”.
CUERPO Y CONVICCIÓN
El montaje no solo exige emocionalmente: también físicamente. Marisol está en rehabilitación por una lesión de menisco y ligamentos, pero ni eso la ha detenido. Ensaya, actúa y se mueve por el escenario, demostrando su compromiso con la obra. “No podía faltar. Esta obra significa mucho para mí y también para muchas personas”. Aunque no pudo asistir a la reciente marcha contra la modificación de la ‘Ley del Artista’, se siente parte activa del reclamo por las regalías: “Eso no es un regalo, es un derecho”.
Aguirre no ha dejado nunca los escenarios, pero ha aprendido a mantenerse a un lado del reflector. Atrás quedó su etapa más mediática, marcada por el fenómeno televisivo de Gorrión y una vida matrimonial, y personal, convertida en folletín de portada. Hoy prefiere otro lugar: menos expuesta, más dueña de su narrativa. “Me fui alejando poco a poco. No dejé de trabajar, pero sí de estar en vitrina”, dice. Es, como ella misma lo describe, una elección madura.

HERENCIA Y PRESENTE
Mientras habla de su presente actoral, también se ilumina al hablar de sus hijos. Stefano es actor y músico; Gia, quien fue nuestra portada en la edición 2721, estudia negocios de la moda en Londres y también se dedica a modelar; Taira se inclina por la psicología forense. “Lo que más me gusta es que cada uno eligió su camino sin presiones. Yo solo acompaño”. Su rostro cambia al recordar a Gia en portada de la revista. “Es bella por fuera, pero también muy profunda. Me encanta verla brillar”.
REDES, TIEMPO Y TREGUA
En redes, Aguirre mantiene una presencia ligera. Prefiere Instagram para compartir lo justo. TikTok lo usa a veces para reírse de sí misma. Facebook ya no. “Siento que es de señoras mayores… más mayores que yo”, bromea. Sabe que el mundo digital es veloz y despiadado. “Al comienzo me chocaban los comentarios. Con los años uno se curte”. Es consciente de que las redes pueden ser trampolín o campo minado. Por eso las maneja con distancia, con mesura, actitud que compartió a sus hijos. “Uno aprende a protegerse, a compartir solo lo que uno quiere”.
UNA CARRERA QUE SIGUE
Sobre su carrera, recuerda con afecto y humor la etapa Gorrión, pero se distancia. “Fue mi primer protagónico. Di todo lo que podía con lo que sabía entonces. Hoy soy otra actriz, mucho más experimentada”. Con todo esto, era inevitable preguntarle sobre su relación actual con Christian Meier, a quien conoció durante el rodaje de esa telenovela para luego casarse y años después protagonizar numerosos titulares en torno a su separación. Sin embargo, no le interesa revolver en su pasado sentimental. “Tengo más años sin él que con él. No es parte de mi vida actual”. No hay resentimiento en sus palabras, sino una claridad que viene de haber elegido la paz. La prensa, admite, puede ser despiadada. Lo vivió en carne propia cuando su vida privada se convirtió en argumento de telenovela nacional. Hoy, elige lo contrario. Elige silencio. Elige calma.
Sigue haciendo obras, series, realities. Ganó junto a su hermana Celine El Gran Chef el año pasado y prepara una nueva temporada de la obra Grandiosas. Está en movimiento constante. Pero ahora elige. Habla cuando hay algo que decir. Trabaja cuando hay un proyecto que la entusiasma. Y nunca ha dejado de reír. “Sigo teniendo mi loco calato adentro. Me burlo, salto, grito si quiero. Esa niña la mantengo viva hasta que me muera”. (Marce Rosales).



