El transporte público en Lima vuelve a ser blanco de la violencia criminal. Un presunto extorsionador lanzó una granada al interior de un bus de la empresa Translicsa, cuando la unidad retornaba a su base en la zona de Chuquitanta, en el distrito de San Martín de Porres. El explosivo no detonó, pero el mensaje fue claro: la amenaza persiste.
El hecho ocurrió en horas de la madrugada, en plena temporada de fiestas de fin de año, un periodo que los grupos delictivos aprovechan para intensificar sus presiones contra empresas de transporte urbano.
UDEX confirma que granada no detonó por error del atacante
Tras la alerta del conductor, efectivos de la Policía Nacional acordonaron la zona y solicitaron la intervención de la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDEX). Según información policial, el artefacto no explotó porque el atacante habría olvidado retirar el seguro de la granada antes de lanzarla al interior del vehículo.
Los especialistas de la UDEX realizaron una detonación controlada para neutralizar el explosivo y evitar riesgos para los vecinos y trabajadores de la empresa. No se registraron heridos, pero el impacto psicológico entre los choferes fue inmediato.
Conductores suspenden labores por temor a nuevos ataques
Como medida de protección, conductores y cobradores de Translicsa decidieron suspender sus labores durante el día. Según testimonios recogidos por medios locales, al menos 70 trabajadores optaron por no salir a ruta ante el temor de un nuevo atentado.
Pese a ello, unas 40 unidades de la empresa continuaron operando de manera parcial, evidenciando la presión económica que enfrentan las compañías de transporte incluso bajo amenazas directas del crimen organizado.
“Tenemos miedo. No sabemos si el próximo ataque sí va a explotar”, señalaron algunos trabajadores, quienes exigieron mayor presencia policial y acciones concretas del Estado.
Tercer atentado contra Translicsa en lo que va del año
Este ataque no es un hecho aislado. De acuerdo con información recogida entre trabajadores y reportes policiales, se trata del tercer atentado contra Translicsa en 2025, lo que refuerza la hipótesis de un esquema sistemático de extorsión.
En octubre, un bus de la misma empresa fue atacado a balazos cuando se encontraba estacionado en la avenida Los Eucaliptos, también en San Martín de Porres. En esa ocasión, un sujeto a bordo de una motocicleta disparó contra la unidad y huyó. El conductor, identificado como Gregorio Quiclla, resultó ileso.
Meses antes, en abril, otro chofer fue herido de bala en la pierna durante un ataque registrado en el cruce de las avenidas El Sol de Naranjal y Los Eucaliptos. Tras el atentado, los agresores dejaron una nota extorsiva con un número telefónico al que la empresa debía comunicarse.
Patrón criminal: amenazas, balas y explosivos
El ataque con granadas confirma una escalada en el nivel de violencia empleado por las bandas dedicadas a la extorsión. Según fuentes policiales, estos grupos buscan infundir terror no solo en los empresarios, sino también en los trabajadores, para forzar el pago de cupos.
El modus operandi se repite: motociclistas que se acercan a las unidades, ataques rápidos y huida inmediata. En este último caso, el atacante aprovechó que la puerta delantera del bus estaba abierta para arrojar el explosivo y escapar sin ser identificado.
Extorsión desbordada en Lima Metropolitana
El atentado contra Translicsa se suma a una cadena de hechos similares registrados en distintos distritos de Lima. Solo días atrás, un incendio provocado consumió un almacén de chatarra en Chorrillos. El propietario denunció que el siniestro fue causado por presuntos extorsionadores tras negarse a pagar dinero.
Estos casos reflejan el avance del crimen organizado y la limitada capacidad de respuesta frente a delitos que afectan directamente servicios esenciales como el transporte público.
Mientras tanto, los trabajadores siguen expuestos, las empresas operan bajo amenaza y los usuarios enfrentan rutas suspendidas, en un contexto donde la violencia se normaliza.