Supervisión presidencial: Jerí sorprende en patrullaje nocturno y exige presencia policial en comisarías

El presidente realizó un patrullaje nocturno por Lima y no encontró al comisario de la PNP Alfonso Ugarte. Su reclamo evidencia la falta de coordinación policial en pleno estado de emergencia.

por Edgar Mandujano

El presidente José Jerí continúa supervisando las calles de la capital en el marco del estado de emergencia por inseguridad ciudadana, pero esta vez su recorrido dejó una escena incómoda. Durante la madrugada del jueves, el mandatario visitó la Comisaría Alfonso Ugarte, en el Cercado de Lima, y no halló al comisario a cargo. La ausencia del oficial provocó una reacción inmediata de Jerí, quien expresó su sorpresa ante la falta de alerta en una dependencia policial clave del centro de la capital.

Debería estar en una posición de alerta, pero aparentemente acá no pasa nada”, dijo el presidente visiblemente molesto, mientras los medios registraban su breve visita. El mandatario se retiró pocos minutos después, dejando entrever su frustración por la aparente descoordinación entre la Policía Nacional y el Ejecutivo, justo en una semana donde el despliegue policial es tema de debate público.


Una noche de supervisión presidencial

El recorrido de Jerí se enmarca dentro del tercer día del estado de emergencia, medida que restringe derechos constitucionales y permite operaciones conjuntas entre la Policía y las Fuerzas Armadas. El mandatario inició su patrullaje en el norte de Lima, pasando por Puente Piedra, Los Olivos y San Martín de Porres, donde dialogó con vecinos y verificó operativos de control de identidad.

El jefe de Estado busca, con estas salidas, mostrar cercanía y liderazgo operativo frente a la crisis de seguridad que golpea al país. Sin embargo, el episodio en la Comisaría Alfonso Ugarte expuso una grieta institucional: la falta de presencia del comisario en una zona estratégica del Cercado de Lima.

Aparentemente está en alguna labor, porque acá no está”, respondió Jerí cuando fue consultado por la prensa sobre el paradero del jefe policial. Su tono, más que de reclamo, sonó a advertencia. En Palacio de Gobierno se evalúa reforzar el control interno sobre los mandos policiales durante el periodo de emergencia.


¿Por qué el presidente patrulla las calles?

Desde que asumió el mando tras la crisis política, José Jerí ha buscado proyectar una imagen de autoridad ejecutiva, muy en la línea de un liderazgo operativo. Sus salidas nocturnas son parte de una estrategia de comunicación directa, que intenta conectar con una ciudadanía golpeada por el aumento de la delincuencia y los asesinatos por encargo.

El estado de emergencia —vigente en Lima Metropolitana y el Callao— fue decretado tras una ola de crímenes que incluyó ejecuciones en plena vía pública, robos violentos y extorsiones a comerciantes. Según cifras del Ministerio del Interior, solo en los últimos tres meses se registraron más de 300 homicidios en la capital.

Jerí ha insistido en que “la seguridad no se resuelve desde un escritorio”, y su presencia en las calles busca respaldar esa narrativa. Pero el incidente en la comisaría deja entrever los límites de esa estrategia: la ausencia de los mandos intermedios que deberían acompañar la política de emergencia.


Un Estado en modo operativo

La Oficina de Comunicación del Gobierno informó que el presidente continuará realizando visitas inopinadas a dependencias policiales y bases militares. La meta, aseguran, es “evaluar de primera mano el compromiso del personal con las acciones de seguridad”.

No obstante, fuentes policiales consultadas por Caretas reconocen que la falta de logística, personal y turnos extendidos están generando descoordinaciones en algunas comisarías. “Hay estaciones que trabajan con el 50% del personal operativo por falta de relevo. Si un comisario está en un operativo fuera de base, no hay quién lo reemplace”, explicó un oficial que pidió reserva de identidad.

La situación refleja un problema estructural: mientras el Ejecutivo exige presencia en todos los frentes, las unidades policiales no cuentan con los recursos suficientes para sostener la cobertura. El caso de la comisaría Alfonso Ugarte se convierte, así, en un símbolo de las tensiones internas dentro del aparato de seguridad.


¿Qué impacto tiene este episodio en la gestión presidencial?

El gesto del presidente no pasó desapercibido. Para algunos analistas, su acción envía una señal clara de exigencia y disciplina; para otros, revela una falta de coordinación jerárquica entre el Ministerio del Interior y la propia Policía Nacional.

El politólogo Luis Najarro sostuvo a Caretas que este tipo de actos “pueden servir como correctivos simbólicos, pero si no se acompañan de medidas estructurales, terminan siendo gestos mediáticos”. Según Najarro, el reto de Jerí es institucionalizar la presencia del Estado más allá de su figura personal.

De momento, la Comandancia General de la PNP no ha emitido un pronunciamiento sobre la ausencia del comisario. Fuentes del Ministerio del Interior confirmaron que se ha solicitado un informe interno sobre el suceso y que se evaluará si corresponde alguna sanción disciplinaria.


Un mensaje de control político

El patrullaje presidencial en plena madrugada también tiene un componente político. En el Congreso, la oposición ha cuestionado la eficacia del estado de emergencia, mientras que el Ejecutivo busca mostrar resultados tangibles. Jerí, al recorrer las calles sin previo aviso, busca reforzar su autoridad sobre las fuerzas del orden y transmitir un mensaje de control frente a la ciudadanía.

No estamos para discursos, sino para resultados”, dijo días atrás el mandatario. Su visita a la comisaría, aunque breve, marcó un nuevo tono en la relación entre el poder político y la Policía. A partir de ahora, se esperan controles sorpresa más frecuentes en todo el país.

El incidente en la Comisaría Alfonso Ugarte se ha convertido en una radiografía del momento que vive el Perú: un Estado que lucha contra el crimen desde adentro, en medio de carencias estructurales y demandas ciudadanas de seguridad.
Mientras tanto, el presidente Jerí refuerza su papel de fiscalizador activo, convencido de que la autoridad se ejerce con presencia, aunque las ausencias —como la del comisario— sigan recordando las deudas pendientes de la seguridad nacional.

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