Una violenta explosión alteró la madrugada de San Pedro de Carabayllo. El estallido, que destruyó ventanas y puertas metálicas, ocurrió en la vivienda donde cumple arresto domiciliario Martina Esther Hernández De la Cruz, madre de Martín Hernández, alias “El Monstruo”, cabecilla de la red criminal Los Injertos del Norte. El hecho no solo evidencia la creciente ola de violencia que azota a Lima Norte, sino también el nivel de desafío que las bandas armadas lanzan contra el Estado.
¿Qué ocurrió en Carabayllo?
La detonación ocurrió el 19 de agosto en la vivienda que Martina Hernández había consignado como su dirección para cumplir 36 meses de arresto domiciliario, tras una decisión del Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria de Ventanilla. Horas después, la Policía Nacional confirmó que el atentado se dio en el mismo inmueble señalado para su vigilancia.
La mujer de 57 años había estado recluida en la carceleta del Poder Judicial del Callao desde junio pasado, hasta que el tribunal decidió variar su prisión preventiva por detención domiciliaria con vigilancia electrónica. Según la hipótesis policial, Hernández sería una pieza clave en la estructura financiera de “Los Injertos del Cono Norte”, organización dirigida por su hijo, uno de los delincuentes más temidos de Lima.
¿Por qué la atacaron?
Las primeras indagaciones apuntan a un mensaje mafioso. Fuentes policiales sostienen que el atentado habría sido orquestado por una organización rival, en el marco de la guerra territorial que se libra en Lima Norte. “El Monstruo” y su entorno inmediato estarían siendo blanco de ataques para debilitar su control sobre la extorsión al transporte urbano, un negocio ilegal que genera hasta 3,000 soles diarios por cobro de cupos.
En Carabayllo y distritos vecinos, las empresas de transporte se han convertido en las principales víctimas. Explosivos, disparos y amenazas son usados para obligar a los dueños de buses y colectivos a pagar a múltiples bandas al mismo tiempo, bajo la amenaza de represalias mortales.
Extorsión: la industria que financia el terror
El negocio de la extorsión en Lima Metropolitana ha alcanzado cifras escalofriantes. De acuerdo con cifras de la propia Policía, entre 20 y 25 vehículos son robados a diario, no con fines de desmantelamiento, sino como una herramienta para forzar pagos. Cada unidad robada puede generar un promedio de S/ 5 mil, lo que proyecta un mercado ilícito que bordea los S/ 100 mil diarios solo en la capital.
El ataque en Carabayllo se enmarca en esta dinámica. No se trata de un hecho aislado: la zona ha sido escenario reciente de atentados con explosivos contra empresas de transporte como La Huandoy y EMPTONPSA, que dejaron buses destruidos y hasta heridos. El patrón es claro: intimidación pública, caos y control mediante el miedo.
El rol de la madre de “El Monstruo”
La figura de Martina Hernández ha pasado de la sombra a la primera línea. Aunque enfrenta un proceso judicial, la PNP la sindica como administradora de flujos ilícitos vinculados a “Los Injertos del Norte”. Según las investigaciones, habría recibido pagos regulares de bandas menores que buscaban mantener la protección de su hijo, replicando un modelo de “centralización financiera” dentro del hampa limeña.
La decisión judicial de cambiar la prisión preventiva por arresto domiciliario fue criticada en diversos sectores, al considerar que exponía tanto a la procesada como al vecindario a un entorno de alto riesgo. La detonación confirma esos temores.
¿El Estado puede frenar la ola criminal?
La ola de atentados con explosivos revela una expansión alarmante del crimen organizado en el Perú. El uso de artefactos de alto poder no solo demuestra capacidad logística, sino también un mensaje directo: las bandas no temen desafiar a las autoridades.
Especialistas en seguridad advierten que, si no se refuerzan las operaciones de inteligencia y control en distritos como Carabayllo, San Martín de Porres y Comas, Lima Norte podría consolidarse como el epicentro de la guerra mafiosa que hoy vive el país.
La pregunta que queda en el aire es inevitable: ¿cómo garantizar la seguridad de una detenida que es parte de la estructura criminal y, al mismo tiempo, proteger a la población inocente que vive a su alrededor?
La explosión frente a la casa de la madre de “El Monstruo” es un síntoma más de la crisis de seguridad ciudadana que enfrenta el Perú. El crimen organizado ha logrado penetrar con violencia los barrios de Lima Norte, instalando un sistema de miedo que afecta desde pequeños comerciantes hasta empresas de transporte urbano.
El caso no solo desnuda la vulnerabilidad de la justicia al otorgar beneficios a figuras claves dentro de organizaciones criminales, sino también la incapacidad del Estado de garantizar que dichas decisiones no terminen convirtiéndose en detonadores de mayor violencia.
La madrugada en Carabayllo deja claro que la batalla por el control del territorio ya no se libra en silencio: se marca con explosivos, sangre y terror.