La presidenta Dina Boluarte atraviesa su peor momento político desde que asumió el mando en diciembre de 2022. Según la última encuesta de Datum Internacional, publicada por El Comercio, la mandataria alcanza un 96 % de desaprobación a nivel nacional y apenas un 3 % de aprobación, su cifra más baja registrada hasta ahora. El 1 % restante de los encuestados prefirió no responder.
El sondeo, realizado entre el 8 y el 12 de agosto, confirma lo que ya parecía irreversible: la mandataria se encuentra prácticamente aislada del respaldo ciudadano. Sus discursos, apariciones oficiales y cambios de gabinete no han logrado revertir la crisis de confianza, que se mantiene como una constante desde las protestas sociales de inicios de su gestión.
¿Cómo se distribuye el rechazo a nivel regional?
La encuesta muestra que el rechazo a Dina Boluarte es uniforme y transversal. En el centro del país, apenas el 1 % de los encuestados expresó respaldo a la mandataria. En el sur, región históricamente crítica al gobierno central, la aprobación llega solo al 2 %.
En cuanto a niveles socioeconómicos, el panorama es similar: los sectores A/B, que suelen tener una mayor cercanía con el Ejecutivo, registran un mínimo 2 % de apoyo. En las zonas rurales y urbano-populares, el rechazo es aún más contundente.
La conclusión es clara: ninguna región ni clase social muestra respaldo significativo al actual gobierno, lo que refleja una crisis de legitimidad sin precedentes en los últimos años.
¿Cómo impactó su discurso ante el Congreso?
El mensaje a la Nación de Dina Boluarte, presentado ante el Congreso en julio, tampoco ayudó a revertir la situación. Según Datum, el 82 % de los ciudadanos lo evaluó negativamente.
- Un 37 % lo consideró “intrascendente”.
- Un 23 % lo calificó como “incompleto”.
- Un 22 % opinó que fue “demasiado largo”.
Este resultado evidencia que el discurso no generó confianza ni expectativas positivas, sino que más bien consolidó la percepción de que la mandataria carece de un plan claro de gobierno.
¿Qué pasa con el gabinete ministerial?
La encuesta también midió la aprobación de otros actores políticos. El presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Arana, registra una desaprobación de 80 %, dos puntos más que en junio. Además, el 58 % de los peruanos considera necesario renovar a todo el gabinete ministerial, reflejando la falta de credibilidad en el equipo de gobierno.
El dato es alarmante: ni la mandataria ni sus ministros logran conectar con la ciudadanía, lo que deja al Ejecutivo en una situación de aislamiento político que complica la gobernabilidad en los próximos meses.
¿Cómo se percibe al Congreso y a otras autoridades?
El Congreso de la República tampoco se salva del rechazo. Un 66 % de los encuestados mostró su desacuerdo con la elección de José Jerí como presidente del Legislativo, lo que confirma que la desconfianza ciudadana alcanza también al Parlamento.
En contraste, algunos actores políticos locales muestran mejores cifras. El alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, incrementó su aprobación de 42 % a 48 % en los últimos seis meses, mientras que su desaprobación cayó en 10 puntos. Este resultado lo coloca como uno de los pocos líderes con saldo positivo en la percepción pública.
¿Qué significa este 96 % de desaprobación para Boluarte?
La pregunta central es inevitable: ¿cómo puede gobernar un país una presidenta con apenas 3 % de respaldo popular? El dato coloca a Dina Boluarte en una situación política extremadamente frágil, donde cada decisión enfrenta un enorme escepticismo ciudadano.
En términos prácticos, la mandataria depende del apoyo del Congreso y las Fuerzas Armadas para sostener su permanencia en el poder. Sin respaldo ciudadano y con una crisis de representación política generalizada, el margen de maniobra de Boluarte es mínimo.
Además, este nivel de desaprobación genera un terreno fértil para que surjan nuevas figuras políticas que capitalicen el descontento social de cara a las próximas elecciones.
La encuesta de Datum refleja un rechazo histórico hacia la presidenta Dina Boluarte y su gobierno. Con un 96 % de desaprobación, la mandataria enfrenta un escenario de crisis de legitimidad sin precedentes, donde ni los discursos ni los cambios de gabinete logran revertir la percepción negativa.
El descontento no solo alcanza al Ejecutivo, sino también al Congreso y al gabinete ministerial, configurando un clima de desconfianza general hacia las instituciones. En contraste, autoridades locales como Rafael López Aliaga muestran que aún es posible sostener aprobación en medio del descrédito general.
La gran incógnita es cuánto tiempo podrá resistir el gobierno en estas condiciones y qué consecuencias políticas traerá esta desconexión total con la ciudadanía.