El síndrome de burnout se ha convertido en una epidemia silenciosa en el ámbito corporativo, con consecuencias alarmantes para la productividad y la retención del talento, según revela Magin Viviano Bustinza, director del área de Gestión Humana de la EPG Continental.
La investigación destaca un incremento preocupante del 25% en casos de ansiedad y depresión reportados por la OMS, fenómeno que se ha visto exacerbado por la difuminación de los límites entre vida laboral y personal en la era del trabajo remoto.
“Estamos observando un patrón inquietante donde el agotamiento laboral ya no es solo un problema individual, sino una crisis organizacional que requiere atención inmediata”, advierte Viviano Bustinza.
Señales ignoradas por las empresas
El experto identifica signos críticos que las organizaciones suelen pasar por alto:
- La presencia física, pero ausencia mental de los trabajadores
- El aislamiento progresivo en equipos antes colaborativos
- La pérdida de eficiencia en profesionales anteriormente destacados
- Cambios significativos en patrones de sueño y alimentación
Impacto económico
“Las empresas están pagando un alto precio por ignorar estas señales”, señala el especialista. El costo se refleja en:
- Disminución de hasta 33% en el desempeño laboral
- Aumento en la rotación de personal
- Incremento en gastos de contratación y capacitación
- Deterioro de la calidad del trabajo y la innovación
Soluciones innovadoras
Las organizaciones líderes están adoptando estrategias preventivas que incluyen:
- Implementación de modelos de trabajo flexibles
- Desarrollo de liderazgos centrados en el bienestar
- Creación de espacios seguros para la expresión de preocupaciones
- Programas integrales de manejo del estrés
“El burnout no es una fatalidad inevitable”, concluye Viviano Bustinza. “Las organizaciones que están construyendo culturas centradas en el bienestar no solo están protegiendo a su personal, sino que están asegurando su competitividad futura.”