“El circo, al ser itinerante, está sujeto a inevitables circunstancias, como el clima, las distancias e incluso los factores sociales”, dice Andrea de La Rosa Chirinos de Prodartes.
“Por ejemplo, el año pasado, tras el éxito de Tsaurios en el norte, decidimos hacer una gira por el sur y nos cogió el tema político con Castillo. Los artistas estaban de descanso en Machu Picchu y tuvieron que venir caminando hasta la ciudad. Pero justo en la Avenida de la Cultura hubo un incendio en el canal CTC y nuestra carpa era demasiada llamativa, entonces tuvimos que cortar la gira. Retornamos a Lima, pero la carga se quedó allá porque el transporte se suspendió. Luego regresamos al norte chico y vinieron las lluvias. Pero esta es la naturaleza del circo, la gente de circo es muy valiente y resiliente. Los artistas y trabajadores son personas muy dedicadas y constantes. Hacer el show que mostramos y levantar una carpa de la nada, solo lo hace gente muy apasionada”.
La madre de Andrea, María Teresa Chirinos, precisa que “en el circo encuentras gente multidisciplinaria con la que logras cosas inverosímiles, además hay que luchar contra la burocracia: traer 50 artistas de Europa no es fácil”.
María Teresa precisa: “Andrea y yo pensamos más en lo que vamos a entregar que en lo que vamos a recibir, y esto te lo digo con la mano en el corazón. La huella que puede dejar un espectáculo en el niño, en el espectador, no se borra. El circo establece un recuerdo vivo, pero también es un rubro difícil. Veníamos trabajando con El Gran Circo de Rusia y sucedió la guerra, la situación política del país en los últimos meses también nos afectó, pero hay que seguir porque el circo no solo es divertimento, también es educación y cultura (hay danza, ballet, teatro, canto, acrobacias riesgosas, historia, tradición), es la madre de todas las artes escénicas. Hoy hay crisis económica y preocupación social, pero hay que darlo todo: seguridad, calidad y eficiencia. El público se lo merece”.
Andrea y María Teresa: reinas del circo.