Después de 20 años viviendo en el extranjero, Gabriel Alegría, fundador del Sexteto Afroperuano, regresó al Perú y trajo a su banda con él. Esto sorprende porque estamos en un momento en que miles de compatriotas están decidiendo abandonar el Perú por falta de oportunidades.
Es muy cierto que en el extranjero, y sobre todo en Estados Unidos, lugar donde este peruano ha triunfado, hay una mejor infraestructura para los artistas. Para ellos todo fluye “pero dentro de una continuidad norteamericana donde nada importa o marca una diferencia”. Y continúa: “En Nueva York los proyectos no tienen tiempo para cuajar, más allá del increíble nivel que puedan tener los músicos”, quienes deben trabajar en cualquier cosa para pagar el alquiler de un departamento que, además, se ven obligados a compartir con cuatros personas. “Realidades que grandes músicos no nos cuentan,” dice Alegría.
Durante dos décadas, Alegría siempre regresó al Perú para sus proyectos de investigación y para “tratar de nutrir lo que hacemos”. Y durante todo ese tiempo fue testigo de cómo la movida musical ha ido creciendo. A pesar de todo tiene el sueño de poder “insertar el chip gringo” en el Perú.
El principal problema es que el peruano tira fácilmente la toalla. “No tiene autoestima y desde el principio dice ‘a ver cómo lo hago’”. Alegría lo titula “Problema de Actitud Peruano (PAP)” que requiere “una reprogramación del cerebro” y donde “la idea efectiva es cambiar nuestra relación mental y emocional con el Perú”, y que uno diga ‘yo voy a hacer esto y nadie lo va a hacer mejor’. Y si no lo es todavía, tu chamba es que lo sea”, dice con seguridad.
El Sexteto Afroperuano Jazz ha sido elogiado repetidas veces por la prensa internacional. La revista Hot House lo describió como “el mejor ensamble de Jazz de Nueva York” y la publicación All About Jazz escribió: “Esta música representa lo que un ensamble puede contribuir para mejorar el mundo”.
En mayo, Gabriel Alegría inaugura en Barranco “la Universidad del Jazz” donde cada miércoles el público tendrá la oportunidad de escuchar una clase maestra sobre este género musical y disfrutar de un concierto. “No es requisito que toquen un instrumento,” apunta Alegría. ¡Qué siga la música!