Tacna se vistió de gala del 24 al 27 de septiembre para ser la sede central del panorama vitivinícola, acogiendo dos eventos de gran trascendencia, el VI Concurso Nacional del Vino Peruano y el I Concurso Internacional de Vinos de Origen y Patrimonio. Durante estas cuatro jornadas, la ciudad se consolidó como el punto de encuentro esencial para productores, jurados internacionales y especialistas del sector, impulsando la actividad enológica del país.
Un Sello de Calidad y Promoción
El certamen nacional goza de una distinción única: es el único evento vitivinícola del Perú con el prestigioso sello de Marca Perú, avalado por Indecopi. Esta condición lo posiciona como una plataforma clave para la promoción y difusión del vino peruano, además de ser un modelo de colaboración entre el sector privado y los productores. Su enfoque trasciende la simple muestra de resultados anuales; el evento busca activamente contribuir a la construcción de una normativa clara y beneficiosa para la viticultura nacional.
La amplitud del sector quedó patente con la diversidad de participantes. Bodegas históricas y consolidadas como Tacama, Queirolo y Tabernero compitieron junto a pequeños productores que apenas elaboran dos mil litros al año en los valles de Tacna. El alcance geográfico fue notable, con muestras que llegaron desde regiones como Cusco, Trujillo y Cascas, dibujando un mapa ampliado de las zonas vitivinícolas activas en el país.

Evaluación de Élite y Necesidades Regulatorias
La rigurosa evaluación de los vinos estuvo a cargo de un jurado internacional acreditado por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), el organismo regulador global que establece los estándares técnicos y de calidad para la industria. La participación de especialistas como la argentina Carolina Soria, referente en el análisis de la industria en América Latina, confirió al concurso un carácter internacional y unos parámetros de evaluación reconocidos en la región.
Soria, vinculada a la OIV, destacó los avances notables del vino peruano en los últimos años. Sin embargo, hizo hincapié en la urgencia de consolidar una institución reguladora nacional. Esta entidad debería establecer estándares claros tanto en la producción como en el etiquetado. Puso como ejemplo el caso de los vinos de Borgoña, donde la regulación define incluso parámetros de azúcar residual, evitando la dispersión en la oferta. Su planteamiento abrió un importante debate sobre la necesidad de normas que garanticen homogeneidad y competitividad para el sector peruano.

Los Premios: Reflejo de la Evolución
Los resultados del certamen no hicieron más que confirmar la evolución en la calidad del vino peruano.
- En la categoría Rosados Patrimoniales, la Gran Medalla de Oro (con 93 puntos) fue para el Cristina Rosado Blend de Agroindustria Cuneo SRL.
- En Tintos Nobles, el máximo reconocimiento, también con 93 puntos, lo obtuvo Finca Maravilla con su Terrasur Cabernet Franc 2025.
El concurso internacional también premió la excelencia regional:
- La bodega uruguaya Crono Folle Noire ganó en Tintos Patrimonio con su Estela de Frutos (89,67 puntos).
- La española Pradorey se llevó el galardón en Tintos Origen con su Finca Valdelayegua Crianza 2021 (89,14 puntos).
Foco en la Estética y el Diseño
Un evento paralelo relevante fue el IV Concurso Nacional de Etiquetas, que busca constantemente fomentar la innovación y el diseño en la presentación de los vinos. La mejora es palpable: si en las primeras ediciones se veían etiquetas con problemas de resistencia al frío, hoy el sector exhibe un nivel de cuidado y creatividad que acompaña el progreso en la calidad intrínseca del vino.

Visión de Futuro
Organizado por la Cámara de Comercio, Industria y Turismo de Ica en colaboración con la Región Tacna, y bajo la dirección de Alan Watkin como presidente del Comité Organizador, el éxito del evento reside en su capacidad para congregar a productores de diversas escalas y orígenes en un ambiente competitivo y colaborativo.
La edición de 2025 consolidó la imagen del vino peruano no solo como una tradición, sino como un sector en franco crecimiento y en búsqueda de un sólido posicionamiento internacional. Tacna, al albergar este concurso, no solo reafirmó su rol como referente de la vitivinicultura nacional, sino también como el espacio donde se debaten, con seriedad y visión, los pasos esenciales para asegurar una proyección sostenida y competitiva del vino peruano en el tiempo.