En un mundo donde la especialización y la actualización constante son esenciales para el desarrollo profesional, las maestrías han adquirido un papel clave en la formación de talento altamente competitivo. La Escuela de Posgrado de la Universidad de Lima se ha consolidado como un referente en la educación de posgrado en el país, con programas diseñados para responder a las exigencias del mercado laboral y académico. Pedro Grados Smith, director de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Lima, comenta cómo ha evolucionado la oferta educativa, los retos del sector y las tendencias que marcarán el futuro de la educación de posgrado en el Perú.
–¿Cuál es la importancia de las maestrías en un contexto de cambios constantes en el mercado laboral?
Las maestrías desempeñan un papel fundamental. Algunas tienen un enfoque de gestión, mientras que otras son altamente especializadas en áreas específicas del quehacer empresarial. Por ejemplo, la Universidad de Lima ofrece programas en comunicaciones y gestión de contenidos, operaciones y gestión de proyectos, logística y gestión de la innovación. Además, ha incorporado maestrías orientadas a la gestión pública, como la Maestría en Gestión de las Ciudades. Todo esto debe analizarse en el contexto de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial, que influyen en la formación y el desarrollo profesional.
–¿Cómo ha evolucionado la oferta de maestrías de la Escuela de Posgrado para responder a las demandas tanto del sector empresarial como académico?
La evolución ha sido significativa. Existen dos tipos de maestrías: las enfocadas en el desarrollo profesional y las académicas, orientadas a la investigación. Actualmente, de las diez maestrías que ofrece la Universidad, nueve están diseñadas para el desarrollo profesional. Sin embargo, se planea incorporar más programas académicos con un enfoque en la generación de conocimiento.
–¿Qué impacto tienen los estudios de posgrado en la competitividad de los profesionales en el Perú y en el extranjero?
El conocimiento evoluciona constantemente y, hoy en día, una maestría es casi un requisito para ascender profesionalmente. Un profesional con estudios de pregrado accede a un nivel determinado dentro de una empresa, pero, para avanzar en su carrera y mejorar sus ingresos, se vuelve necesario contar con estudios de posgrado. Además de fortalecer el conocimiento, una maestría permite acceder a mejores oportunidades laborales y empresas más sofisticadas.
–La mayoría de los profesionales deben equilibrar el trabajo, los estudios y la vida personal. ¿Cómo se adaptan las maestrías de la Escuela de Posgrado a esta realidad?
La mayoría de los alumnos de maestría en el Perú no estudian a tiempo completo, sino que trabajan y realizan sus estudios en paralelo. Esto exige una mayor organización y disciplina para equilibrar su educación, el trabajo y la vida personal. Actualmente, contamos con maestrías semipresenciales, con hasta un 20 % de virtualidad. También se proyecta que la Maestría en Gestión de las Ciudades tenga una modalidad virtual para facilitar el acceso a estudiantes de diversas regiones de nuestro país. La virtualidad permite mayor flexibilidad, especialmente en ciudades con problemas de tráfico como Lima, mientras que la presencialidad ofrece cercanía con los docentes y el acceso a la infraestructura del campus universitario.
–Desde su experiencia, ¿cuáles son las tendencias que marcarán el futuro de la educación de posgrado en el Perú y qué desafíos enfrenta el sector?
La educación de posgrado seguirá creciendo y especializándose, tanto en la formación profesional como en la investigación académica. Las maestrías profesionales continuarán impulsando el desarrollo de los profesionales en el sector empresarial y público. Paralelamente, las universidades peruanas, incluida la Universidad de Lima, deben apostar cada vez más por la investigación y la generación de conocimiento.
Un gran reto es compararnos con las mejores universidades del mundo y seguir avanzando hacia la excelencia académica y profesional. La Universidad de Lima cuenta con la infraestructura y los recursos necesarios para continuar en esa dirección, promoviendo la innovación y la producción de nuevo conocimiento en el país.
