Antes de leer una ley, Diana Gonzales aprendió a leer bloqueos. No los del Congreso, sino los de verdad: esos que se arman en una cancha de vóley con dos brazos bien puestos y una defensa coordinada. En 2009, como parte de la recordada generación de Las Matadorcitas de Natalia Málaga, fue artífice de la medalla de plata en el Mundial Sub-18 de Tailandia. Un año después, sumó el bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur. Alta, centrada, precisa: parecía destinada a llegar lejos en el deporte.
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