El transporte de carga es uno de los pilares de la economía peruana, pero su desarrollo está marcado por una gran desigualdad territorial. Si bien el país posee un territorio vasto, más de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, su red de infraestructura logística está fuertemente concentrada en Lima y el Callao. Esta centralización genera desequilibrios significativos en el acceso a servicios logísticos eficientes para las regiones del interior, afectando directamente su competitividad y capacidad de crecimiento.
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