Sorprende ver que el jirón Andahuaylas, a la altura de la parte posterior del Congreso, se haya convertido en una plaza de feria ambulante que invita a inevitables metáforas con el autoproclamado primer poder del Estado. La informalidad se desborda en una escena no vista hace décadas. Pobreza urbana que se manifiesta contundente en el centro de Lima, descuidado por una administración municipal más interesada en cultivar votos para la elección presidencial en los conos de la ciudad.
Suscríbase al contenido
Esto es material premium. Suscríbete para leer el artículo completo.