EL ABOGADO DE CASTILLO
Desde su intento por cerrar el Congreso con voz temblorosa y sin respaldo institucional, Pedro Castillo ha pasado por más de 30 abogados. Algunos renunciaron, otros lo abandonaron y varios simplemente fueron ignorados. El último en dimitir, Edgar Callahuanca, defensor público explicó su salida diciendo que “el comportamiento del acusado generó una situación insostenible”. Castillo se negó a mantener comunicación útil, lo desconoció públicamente en audiencia y lo acusó de grabarlo ilegalmente. En ese contexto aparece Ricardo Hernández, el abogado que hoy –por voluntad propia– ejerce la defensa del expresidente. Lo hace, eso sí, en condiciones insólitas: Castillo no se comunica con él, no responde a sus consultas, y lo ha desautorizado en más de una ocasión ante el tribunal. Aun así, Hernández continúa asistiendo puntualmente y cumpliendo con su deber legal, como si el juicio no fuera ya una pieza de tragicomedia.
Suscríbase al contenido
Esto es material premium. Suscríbete para leer el artículo completo.