Tras la caída del Servicio de Inteligencia Nacional el año 2000, diversos equipos de interceptación de comunicaciones desaparecieron, muchos utilizados para chuponear periodistas y opositores al régimen de Fujimori mediante una Dirección de Inteligencia Electrónica del SIN. Con el paso de los años se hizo evidente el retraso tecnológico del nuevo Consejo Nacional de Inteligencia, el CNI 2001 a 2006, y de la Dirección Nacional de Inteligencia, DINI, para abordar las cada vez más complejas amenazas a la seguridad. Fuentes memoriosas recordaron que a inicios del siglo XXI el órgano rector de inteligencia, el CNI de Toledo, y posteriormente la DINI, ni siquiera disponían de un simple polígrafo (detector de mentiras) propio para realizar pruebas de rutina o aleatorias con el objeto de asegurar la fidelidad y confiabilidad de sus funcionarios. Con el gobierno de Ollanta Humala se hizo una adquisición no exenta de polémicas: el Proyecto Pisco que se encuentra hasta hoy judicializado.
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