La historia de Doménica Padilla no comienza con una brocha de maquillaje, sino con un reflejo en el espejo y una niña fascinada por lo estético. Desde pequeña, supo que la belleza no era solo vanidad, sino una manera de expresar cómo se siente uno consigo mismo. “Si me sentía bien arreglada, me sentía bien por dentro”, confiesa.
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