A Ana Romero todo se le juntó allá por 2015. Venía de hacer su MBA en Madrid y tenía hace tres años una relación con un novio inglés. Pero de regreso en Lima: “Llegué toda creída con mi maestría y que por ende todo el mundo me iba a querer contratar. Falso. La maestría es un factor para que algo suceda, pero el otro son las conexiones y para que las tengas tienes que atreverte a ser visible. Yo no lo era”. Por si fuera poco, la terminaron por Skype. “Me rompieron el corazón. Yo quería quedarme un tiempo en el Perú y él creyó que no había futuro si no me iba a vivir a Francia, donde estaba. No me supo esperar y me terminó”. Con todo, sufrió hasta de parálisis facial.
Sin nada que perder, Ana decidió comenzar a visibilizar su marca personal. ¿Por dónde empezar? La masa buscaba Facebook y otros exploraban el potencial de Instagram. LinkedIn llevaba algunos años en el mercado, pero por entonces, poco antes de ser adquirida por Microsoft, como recuerda Ana, “Era una plataforma digital que solo servía para pedir trabajo”. Una especie de gran pizarra de avisos clasificados de empleos. “Entrabas para ver si las empresas abrían sus posiciones y si querías postulabas. Así de simple”.
Con su dolor a rastras y un ego, como lo reconoce, “poco aterrizado” comprendió que para conectar con los demás debía 1) tener humildad, 2) atreverse a tocar puertas y 3) visibilizar no solo qué hacía, sino quién era. “Todo lo combiné en un storytelling de historias estratégicas para poder conectar con el bobo de la gente en LinkedIn”. En el libro recuerda que sus primeros intentos fracasaron. “Llevaba seis meses desempleada. Mi papá me había pagado el 50 % de la maestría. Nunca me pidió que se lo devuelva, pero yo sentía que al menos debía encontrar chamba. Me sentía mal, una fracasada”. Entonces se enfocó en sentimiento y procesó sus fracasos en un post en el que, lejos de proyectarse quejumbrosa, transmitió lo que le pasaba. “Seguramente ustedes también han tenido este sentimiento cuando te rechazan y te dejan en visto. ¿Pero saben qué es lo que estoy haciendo para no sentirme así? Estoy haciendo 1,2,3 y 4”. Fue un desahogo y una catarsis escritas con bullet points”. Tuvo más de 100 mil impresiones y se volvió viral. “A partir de ese post muchísimas personas conectaron con mi mensaje. Y dije, ok, esta es la ruta”.
Ironías de la vida, en sus meses de transformación de la marca personal, Ana se había transformado personalmente. Poco tiempo atrás buscaba con ilusión entrar a trabajar en una empresa. Ahora tenía ofertas de cinco, pero “ya quería otras cosas. Quería mi libertad”.
Decidió emprender y trabajar con las empresas como outsider que las asesora. Comenzó a pronunciar conferencias y desarrolló su empresa Marca Power en LinkedIn.
Su último libro Querido Gerente de Tu Vida (Planeta) Es la definición per se de la marca personal diferenciada de la corporativa. Hoy se puede estar en una empresa y mañana en otra. Pero el sello personal es el mismo, y se cultiva.
Hoy asesora con estrategias para los embajadores o voceros de marca en LinkedIn. Ahí hay diferencias. “Eso es muy importante porque antes las empresas eran muy cohibidas con este asunto, como que no le querían dar tanto poder al empleado, al colaborador, porque no fuera a decir algo que no esté alineado a la cultura de la empresa”. Una noción de control que, sostiene, está cambiando. “Las empresas más tecnológicas, más innovadoras, las que escuchan más al millennial, saben que ya no hay nada que controlar. Ahora hay que gestionar”.
El Club In & Out, por otra parte, asesora a los asociados tanto dentro como fuera del mundo digital. Empata con la filosofía de la persona y su marca más allá de su trabajo. “Te conozco como profesional y te conozco como persona”. Las dos caras, literalmente, de la moneda.