Sydney Contra el Sistema

El caso de la actriz que desafía la obsesión mediática por su físico, exponiendo las paradojas y la toxicidad de Hollywood.

por asistentemk

Por: Marce Rosales

Las obsesiones humanas son un vasto teatro y Hollywood es un laberinto de espejos donde las luces brillan demasiado y las sombras nunca desaparecen del todo. Después del caso Diddy, lo tenemos más que claro. Allí, entre premios, rumores y algoritmos de redes sociales, surgen paradojas tan fascinantes como absurdas: un día celebran tu talento, y al siguiente tus tetas se convierten en tendencia global. Sydney Sweeney, actriz, productora y ocasional protagonista de titulares bizarros, es el personaje central de este cuento moderno.

Los pechos de Sweeney, o mejor dicho, lo que representan para una audiencia cada vez más desquiciada y derretida por el auge de plataformas como Only Fans, han escalado al rango de fenómeno cultural. “Perdón por tener grandes pechos”, declaró con una mezcla de sarcasmo y agotamiento. La frase, digna de una camiseta irónica –con escote, por supuesto–, encapsula la extraña realidad de ser una mujer rubia, talentosa y con medidas que han provocado desde estudios freudianos mal digeridos hasta debates de las estructuras del star system.

El absurdo se intensificó cuando Sweeney, consciente de la maquinaria mediática que la rodea, habría pedido a los guionistas de Saturday Night Live que hicieran chistes sobre su físico. La talentosa actriz eligió reírse de sí misma, apelando a los retrógradas y repetitivos comentarios que siempre recibe. En un sketch vestida con un uniforme de Hooters –esos templos de la objetificación alegre que pronto explorará el mercado de los femboys y mamás solteras para los clientes de gustos más kinky–, interpretó a una camarera super sexy. ¿El resultado? Casi siete millones de reproducciones en Youtube, una narrativa controlada por ella misma y mucho thirst trap.

Sin embargo, no todo es risa nerviosa y guiños cómplices. Sweeney sabe que ser percibida como un objeto de deseo tiene consecuencias. “Tengo las tetas grandes y soy rubia. Es lo único que ve la gente”, confesó la actriz tras ser criticada por la productora Carol Baum. Aunque ha demostrado ser capaz de transformar esa mirada reductiva en una herramienta para avanzar en su carrera, no es difícil imaginar el peso que conlleva.

Pero volvamos a las tetas. No porque merezcan más atención, sino porque simbolizan algo más amplio. El periódico conservador canadiense The National Post publicó un titular que parece sacado de South Park: “¿Son los pechos de Sydney Sweeney una señal de la muerte del woke?”. La frase, absurda y pretenciosa, encapsula la manera en que la sociedad moderna aún no sabe qué hacer con los cuerpos femeninos. Y con eso no quiero decir que no haya inclinaciones woke ridículas o exageradas, pero ver lo woke en todo es casi como ver fascismo en todo. Desubicado y desmedido.

Hollywood, con todo su progresismo de manual, no es mejor. La industria que celebra a mujeres empoderadas como Greta Gerwig también se las arregla para reducir a actrices como Sweeney a titulares grotescos.

Lo más intrigante es que Sweeney no es víctima pasiva de este sistema. En la promoción de Anyone but You, una comedia romántica que protagonizó junto a Glen Powell, utilizó el chisme como estrategia de marketing. Los rumores sobre un posible romance entre ambos actores impulsaron la conversación pública y, en última instancia, las cifras en taquilla. Como dijo ella misma: “Cuando dices que no a una pregunta específica, piensan que eres una perra”, dijo entre risas a Vanity Fair. Así que prefirió bailar con el sistema en lugar de pelear contra él.

En este juego de roles y percepciones, Sweeney es tanto la actriz principal como la directora de su propia narrativa. Pero eso no significa que el sistema sea menos tóxico. “Toda esta industria dice ‘mujeres empoderando a otras mujeres’, pero nada de eso está pasando. Es una tapadera para todo lo demás que dicen a espaldas de todos”, afirmó en la misma entrevista.

En última instancia, las tetas de Sydney Sweeney son un símbolo, no de su valor como artista, sino del caos cultural en el que vivimos. ¿Qué es lo que realmente queremos de las actrices? La respuesta puede estar en los pequeños –o grandes, dependiendo– detalles que solo perciben quienes saben dónde mirar.

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