En medio del cansino debate político y la polarización de redes y medios (incluso la aparición sorpresiva en encuestas), Francisco Sagasti continúa su racha de publicaciones iniciada tras ocupar la Presidencia de la República en un lapso muy delicado de la historia reciente. “Incertidumbre” (Planeta 2024) reúne “cinco ensayos para entender nuestro tiempo”. Se trata de Ocaso, Paradoja, Estrategia, Gobernanza y Confianza. Partiendo del ocaso del programa postulado por Bacon, “el primero en articular un programa coherente acerca de cómo utilizar el poder en beneficio de la humanidad”, Sagasti enfatiza que “en el crepúsculo que presagia este cambio de época, necesitamos encontrar un nuevo rumbo para la evolución de la humanidad”. En ese sentido, “debemos repensar la idea y práctica del desarrollo, la última y más reciente reinterpretación de la idea del progreso en el contexto de la época baconiana”.
De especial interés en esta coyuntura es el aparte que hace de la relación que América Latina, y en particular el Perú, deberían desarrollar con China.
“Una relación provechosa con China, sin alarma ni complacencia, requiere una apreciación ponderada de sus concepciones sobre el ejercicio del poder y la autoridad y sobre el papel que juegan la ciencia y la tecnología en el siglo XXI”. Sagasti remarca que, hacia dentro de China, prima un confucianismo que enfatiza la meritocracia, el respeto a las jerarquías y la obediencia. Valores que sirven bien, por cierto, a un régimen de partido único donde las reformas económicas no fueron acompañadas por libertades políticas.
En contraste, “la tradición filosófica taoísta, diferente pero complementaria al confucianismo, destacó el seguimiento al orden natural, la no interferencia en el curso de los eventos y la aceptación pragmática, rayana en el oportunismo, de las cambiantes circunstancias. Estas escuelas de pensamiento interactuaron entre sí y con el budismo para configurar una manera de pensar ecléctica, con profundas raíces históricas, flexible y, a la vez estructurada, que le dio a China un cierto sentido de superioridad sobre otras ciudades”.
Confucianismo hacia dentro y taoísmo afuera, puede resumirse. De ahí los temores sobre el riesgo de países como el Perú a ser “almorzados” por el gigante chino.
“La disciplina interna y el oportunismo en sus relaciones exteriores han transformado a China en un interlocutor formidable”, constata. Pero advierte que tan importantes relaciones deberían venir con un sello de advertencia: “Usar con cuidado, poner fuera del alcance de políticos incompetentes o venales”.
Consultado por CARETAS, Sagasti elabora que para ese relacionamiento “se requiere una estrategia con funcionarios competentes y absolutamente honestos”. ¿Tienen los actuales gobiernos peruanos un aparato a la altura de las circunstancias?
Los episodios recientes en torno a Chancay –con la exclusividad de los servicios y bloqueos al trabajo de instituciones como Ositran– recuerdan de la necesidad de implementar esa estrategia. Experiencias anteriores como la de la empresa Shougang dejan en claro que la inversión china no es amiga de la intervención del Estado en los países donde opera.
Sagasti recuerda que el sistema científico chino “está estrechamente vinculado con las Fuerzas Armadas y el Estado, a tal punto que numerosas universidades tienen laboratorios que trabajan en temas de defensa, ciberseguridad y armamento”.
El ingeniero industrial y Ph. D. en Ciencias de Sistemas Sociales presenta su nuevo libro el 21 de noviembre a las 7 de la noche en la librería El Virrey.