Drama a Contracorriente

Fernando Luque, actor y músico, explora la complejidad humana entre el teatro, el rock y la escritura, siempre desafiando lo establecido.

por asistentemk

En las calles de José Gálvez, se acerca Fernando Luque, actor, dramaturgo y también rockero. Se sienta en una silla de un café popular de la calle. Su figura esbelta, envuelta por una chaqueta de cuero desgastada le da un toque diferencial en medio de la escena. A sus 30 años, Luque es una paradoja andante: un joven viejo, un actor que dirige, un intérprete que compone. Y de hecho es alguien a quien le suceden excentricidades. Prueba de ello es que, como si se tratase de un filme de Wes Anderson, cuando iba a decir algo importante, algún ruido le cortaba la idea. Pasó un camión de carga tocando el claxon, dos autobuses con motores ruidosos y otros vehículos con música a todo dar.

“Estoy en un buen momento de lograr hacer las obras que he querido”, confiesa mirando al vacío. No hace falta repetirlo, pero Luque no es un actor común. Su paso por la televisión como Alex Ganoza en De Vuelta al Barrio fue solo un preámbulo de lo que estaba por venir. Luego del éxito de ese papel, decidió concentrarse más en el teatro y así fue cómo llegó a tener los protagónicos de obras como Hamlet, Tartufo y La Vida es sueño.

“Ahora quisiera enfrentar nuevos retos, como dirigir y trabajar más con los egresados de “La Vaca Multicolor”, su taller de teatro independiente que lleva adelante junto a su pareja, Andrea Alvarado.

EL TEATRO COMO VEHÍCULO DE CAMBIO

En 2019, junto a Andrea, Fernando fundó “La Vaca Multicolor”, un espacio que ha logrado forjar una sólida comunidad de actores y actrices jóvenes. “Queremos que quienes egresan de nuestros talleres no solo salgan con un certificado, sino con experiencia real, con la oportunidad de participar en producciones propias”, explica. Hasta la fecha, han montado siete obras, cada una un paso más en la construcción de un teatro más inclusivo y accesible.

El proyecto tiene un aura familiar, pero también de resistencia. “La Vaca Multicolor” no es solo un taller, sino un microcosmos donde el teatro se convierte en un acto de insurrección contra la inmediatez y la banalidad a la que estamos acostumbrados hoy en día. En palabras de Luque, “queremos producir más obras, seguir dándoles a los egresados una plataforma para que se enfrenten a las tablas y vayan ‘agarrando cancha’”.

LA MÚSICA COMO CATARSIS

El teatro no es la única trinchera de Fernando. Su incursión en la música con su banda de rock progresivo Clavel es su más reciente aventura. “Canto, compongo y me transformo en un personaje sobre el escenario”, dice. Y es que a inicios de año llevó al Teatro Británico El Paraíso Perdido de John Milton en formato de ópera rock, obra que se adentra en la historia de Lucifer, un ser condenado en busca de redención.

Para Luque, la música y el teatro no son dos disciplinas separadas, sino una extensión una de la otra. “Intento llevar el rol del frontman a otro nivel, no solo canto, interpreto. Cada canción es un personaje que está viviendo su propia historia”. En un país donde el rock –y la escena musical en general– se encuentran en la periferia del interés popular, Luque se atreve a fusionarlo con el teatro, creando un espectáculo en el que el espectador es arrastrado a una dimensión peculiar y algo perturbadora.

UN ALMA EN CONSTANTE REFLEXIÓN

El actor confiesa no temer al abismo. Su interpretación de Hamlet, el príncipe melancólico de Shakespeare que vuelve a interpretar años después, es un espejo de su propia búsqueda. Para él, Hamlet no es solo un personaje, sino un entrenamiento en la inevitable realidad de la muerte. “Pensar que en cualquier momento uno se puede morir y que todo lo que has hecho va a desaparecer es… un misterio absoluto”, reflexiona. Luque encapsula una madurez inusual para su edad que, en sus palabras, se ha ido forjando gracias a los personajes que ha interpretado.

No es casualidad que, antes de Hamlet, se sumergiera en la figura de Arthur Rimbaud, el poeta maldito. “Rimbaud y yo compartimos esta búsqueda de libertad absoluta y una rebeldía contra el hecho de existir y de no saber para qué”, confiesa, evocando su rol en la obra dirigida por Roberto Ángeles hace unos años. En sus veintes, el actor experimentó en carne propia las mismas preguntas que acosaron a Rimbaud: ¿Para qué existe el ser humano?, ¿qué sentido tiene el sufrimiento?

PROYECTO EN PAUSA

A lo largo de su carrera, Fernando ha explorado tanto personajes históricos como ficticios. Pero hay uno que espera pacientemente entre las sombras, aguardando el momento adecuado para resurgir. La tragedia de Alonso Alcedo (2022), una obra de su autoría, se erige como su proyecto más ambicioso. La trama, con tintes políticos, cuestiona las bases de la independencia y el republicanismo en el Perú, y no oculta su toque de polémica. “Si alguien me ofrece financiamiento, la hago mañana. Ya tengo en mente quién será el protagonista”, afirma con una media sonrisa, sabiendo que, por ahora, la obra debe esperar a su tiempo perfecto.

En el teatro, su banda Clavel y la escritura, Fernando Luque sigue buscando respuestas. Y aunque no tenga todas, sabe que el arte le brinda la oportunidad de enfrentarse a sus propios fantasmas, y de vez en cuando, hacer las paces con ellos. Puede que su verdadera recompensa no esté en el reconocimiento, sino en la constante exploración de lo que significa ser humano.

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