¿Cuándo se Jodió el Perú?

Tomamos prestada esta frase de nuestro Nobel de Literatura para hacer un repaso de nuestra historia reciente, identificando los hitos que explican cómo hemos llegado a la calamitosa situación actual.

por asistentemk

Por: Eduardo Bruce Montes de Oca

Primer hito: Alejandro Toledo no cumplió con la histórica obligación de ejecutar una reforma del Estado que probablemente hubiera evitado las posteriores calamidades que nos aquejan.

A inicios del presente siglo, se puede decir que el Perú se refundó con la caída del gobierno de Fujimori. Nos vimos de pronto en una primavera democrática en la que, luego del refrescante gobierno de transición de Valentín Paniagua, elegimos a Alejandro Toledo, en quien depositamos nuestras esperanzas de construir un gobierno de todos, en democracia. El gobierno de Perú Posible comenzó con todo el poder concentrado. Tenía una amplia mayoría en el Congreso, y había un ambiente de voluntad de cambio en todos los frentes. Le correspondía plantear una reforma profunda del Estado, aprovechando una especie de momento constituyente, liderado por un gobierno que contaba con la confianza ciudadana para ejecutarla.

Segundo hito: Fuerza Popular y Keiko Fujimori son responsables de crear el precedente del acortamiento del período presidencial, motivado por su resentimiento al perder las elecciones.

En 2016, Pedro Pablo Kuczynski fue elegido presidente con un estrecho margen sobre Keiko Fujimori. Se presentó como un gestor de derechas, pero con mucho interés en corregir las grandes brechas sociales. Si esas intenciones eran ciertas o no, nunca pudo ejecutarlas debido a la abierta, violenta y descarada oposición de la bancada fujimorista en el Congreso, donde ostentaba mayoría absoluta. El partido de Keiko, Fuerza Popular, ni siquiera exhibió los usuales modales democráticos que dictan que, al perder las elecciones, se admite la derrota y se declara estar al servicio del nuevo gobierno por el bien del país. En lugar de eso, hizo lo contrario, declarando desde el inicio que su intención era usurpar el poder del Ejecutivo. La pérdida de las elecciones le causó tal impacto que incluso se opuso a que su padre saliera de prisión cuando el gobierno de PPK planeó esa medida para lograr gobernabilidad. Para muestra un botón: Keiko orquestó una denuncia penal contra su hermano Kenji por el simple hecho de actuar a favor de la salida de prisión de su progenitor. Su hermano estuvo a punto de ir preso por dicha denuncia. Esta situación culmina cuando PPK es forzado a renunciar ante una inminente censura, sin base, orquestada por el fujimorismo.

Si, por el contrario, hubiera optado por ser aliada del gobierno, el resultado habría sido un gobierno estable de PPK y, como producto de esa alianza, probablemente ella hubiera sido presidenta en el próximo quinquenio. Optó por dejarse llevar por sus sentimientos, y todos perdimos.

Tercer hito: Martín Vizcarra es responsable de no haber hecho reformas constitucionales que hubieran adaptado el sistema electoral a nuestro contexto y recuperado el equilibrio de poderes.

El 23 de marzo de 2018 Martín Vizcarra asume la presidencia tras la renuncia de PPK. Con innegables capacidades comunicativas, sintonizó con la población y se desembarazó del yugo que quiso imponerle Fuerza Popular. Planteó una reforma del marco legal político-electoral. El planteamiento final puede haber sido bueno, pero la gran cantidad de cambios propuestos diluyó los más importantes. Además, hubo un retroceso al prohibirse la reelección congresal, condenando a ese poder del Estado a no contar con el aporte de la experiencia de legisladores veteranos. Se dejaron prácticamente intactas las normas que permitían al presidente disolver el Congreso y al Congreso vacar al presidente prácticamente sin expresión de causa.

Cuarto hito: Vizcarra cierra el Congreso usando una muy cuestionable atribución presidencial, dando así pie al precedente de cerrar el Congreso sin motivo atendible alguno.

El 30 de septiembre de 2019, el presidente Vizcarra disolvió el Congreso amparado en su atribución de hacerlo si existiesen dos cuestiones de confianza denegadas. La medida fue altamente cuestionada desde el punto de vista legal, puesto que la segunda supuesta denegación fue muy subjetiva y no se dio de manera manifiesta. Sin embargo, debido a la popularidad de la presidencia y al rechazo al Congreso, la medida tuvo gran aceptación. Así las cosas, se eligió un nuevo Congreso de novatos, al haber sido prohibida la reelección. Curiosamente, ese nuevo Congreso vacó a Vizcarra de la presidencia, amparado en la cuestionable atribución que el mismo Vizcarra no reformó.

Lo que vino después es una noticia en desarrollo. Pedro Castillo sube a la presidencia con el 13 % del voto popular. Muy cerca quedan tres partidos empatados en segundo lugar, con ideologías de centro similares, sumando un total de 36 % de votos. Hoy iremos a las urnas en 2026 con un marco legal aún más corrompido que el que nos trajo a este desastre. Hay que darse cuenta de por qué estamos aquí, y recordar la frase de Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.”

Ya estamos avisados.

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